2. la fiesta

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Son las 12 de la noche y estoy tumbada en mi cama. Las sábanas desordenadas y yo medio desnuda con tan solo unas bragas y una camiseta. De pronto me llega una notificación. Reconozco muy bien ese sonidito. Cruzo la habitación hasta mi escritorio donde descansa mi móvil y lo desbloqueo. Me sorprendo al ver que me ha entrado un mensaje de una tal Sophie Cullman. Me suena del instituto aunque no estoy muy segura. Leo en alto lo que parece ser una invitación: Hola, estás invitada a la fiesta de comienzo de curso a las 11. No olvides que va a haber bebida jejej. Te espero.

Joder, no me lo esperaba para nada. Yo en una fiesta con gente de mi edad, que raro se me hace. Tras unos minutos de darle vueltas en mi cabeza sobre si voy o no, me armo de valor y decido intentarlo. Me pongo un vestido rojo ajustado que marca todas mis cuerva, unos tenis blancos, me maquillo un poco y enfilo hacia la puerta.

-¿A dónde te crees que vas así?- oigo decir a mi madre desde el sofá.

¿Cómo me ha podido ver? ¿Qué tiene ojos en la espalda?

-No, nada, a comprar chuches a la tienda que ya no nos quedan- respondo nerviosa.

-Ah bueno, pues cógeme también unas palomitas y algo de fruta para mañana si ves- dice mi padre guiñandome un ojo y captando mis indirectas. Me acerco a ellos y le susurro un gracias en el oído a mi padre.

-Ya os avisaré cuando vuelva- digo cerrando la puerta. La casa de Sophie no estaba muy lejos de mi barrio así que fui andando.

Me quedo parada ante la puerta. Hay un par de parejas besándose en el porche con bebidas en la mano. Justo detrás de mí llega un grupo de chicos, llaman a la puerta y entran haciéndome pasar desapercibida a su lado. Una chica rubia con coleta, bajita y con cuerpo impresionante le da un beso a cada uno, menos al último que le da una cachetada, probablemente su novio.

-Hola, tú debes de ser...- me saluda la chica esperando a que me presente.

-Hola Sophie, verdad? - digo sin más.

-Sí, bienvenida, al fondo tienes la piscina, en la cocina el alcohol, por aquí el karaoke y... - no pudo terminar su frase, la estaban llamando y se fue. Durante el resto de la noche no la volví a ver, supongo que yo no era su prioridad y tenía gente más guay con la que pasar el rato. Di una vuelta por la casa, menuda pasada. Fui a la cocina a picar algo pero nada, solo había cerveza y nunca había probado ningún tipo de bebida que no fuera café, té, agua o refrescos. Mucho ruido a mi alrededor, gente empujándome y gritando, olor a licor. Se me hizo tan extraño que me metí en el baño. Me arrodillé en una esquina y empecé a llorar. me sentía fatal y ya no podía aparentar más. La gente me ignoraba y se burlaba a mis espaldas, pensamientos suicidas que recorrían mi cabeza cada día, la ansiedad subiéndome por las venas cuando hablaba. Cerré los ojos con todas mis fuerzas y me quedé dormida como una niña pequeña, arrinconada y en el suelo.

La luz se cuela por mis párpados. Me despierto y salgo del servicio. Todo a mi alrededor, lo único que veo: CAOS. Gente desnuda durmiendo por el piso, vasos, latas y botellas desperdigados. Ugh. No lo soporto.

Enciendo mi móvil.

Hostias, son las 5 de la mañana. Salgo corriendo, robo una bici que encuentro tirada en la carretera y me dirijo a casa lo más rápido que me permiten las piernas. Al llegar, llamo a Ethan para que baje a abrirme. Subo a la cama y me acuesto como si nada.

Remoloneo un poco antes de bajar a desayunar donde me espera mi hermano pequeño con un millón de incertidumbres sobre lo de anoche.

-Bueno... cuenta ¿qué tal?¿Algún cotilleo del que tenga que enterar?- pregunta impaciente.

Me sirvo mi taza de café con hielo y me siento en la butaca.

-Nada en especial, solo presencie lo superficial que pueden llegar a ser algunos con tal de llamar la atención y ser populares- respiro hondo, ahora es mi turno preguntar -¿y tú?¿qué pasó con Jenny?-.

-Buah, fuimos al restaurante de su familia y lo hicimos en el almacén- dijo relamiéndose los labios - el mejor polvo de mi vida sin duda-.

-Cállate canijo, si solo tienes 15 años- por dentro tengo envidia, siempre ha tenido amigos y ha ido adelantado a mi en casi todas las cosas. Los premios. El primer beso. El sexo. Mi hermano era todo un deportista, había quedado campeón del país varias veces con su equipo de baloncesto y el año que viene entrará en la escuela de la NBA gracias a una beca que le dieron. Siempre nos han comparado y siempre era yo el bicho raro.

Tenías que ser túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora