9. la herida

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Me paro en seco. Es Spencer y el amigo que estaba junto a él en el lago, están los dos lavando el coche sin camiseta. Imagínatelo: dos chicos de 20 años, súper atractivos, sin camiseta y lavándole el coche a mi madre, en mi jardín. ¿Cómo no poder resistirse a esa sensación?

Me saludan y yo entro a casa sin dar ningún tipo de señal. Bajo a por un vaso de leche de avena y ahí están, riéndose y tomando una Coca Cola.

-Hey, la chicha puñetazos ha aparecido- dice su amigo.

- Cuidado que muerde y habla- bromea Spence.

Pongo los ojos en blanco, ya sé porque no les soporto.

-Bueno, bombón, dejemos atrás lo pasado y te invito a una caña ¿Qué me dices?- añade

- Joder, calla, Tim, que es una pequeñaja de 17 años - responde él.

¿Perdona? Su amigo Tim estaba ligando conmigo, ¡Que me ha pasado!

No, pero luego tiene que venir Spencer y joderlo todo, mierda, mierda y mierda...

Me voy arriba a estudiar y no bajo hasta la hora de cenar.

Es sábado por la mañana, estoy muy aburrida, es lo que no me gusta de los findes, me permite pensar en cosas que he estado intentando ignorar el resto de la semana.

No sé si llamar a Sophie, quedar con Emma o descansar todo el día en casa. Mi hermano como siempre ha salido con unos amigos, así que me pongo una ropa cómoda y decido ir a dar una vuelta.

Paso por delante de la gasolinera y ahí me encuentro a unos del cole. Sé que me han visto y están hablando de mí. Aparento como que no pasa nada y les saludo, pero en el fondo estoy destrozada; pienso en lo superficial que es nuestra sociedad al pensar que las críticas no dañan a nadie, porque si lo hacen y duelen mucho. Duelen tanto que nunca te recuperas del todo, siempre están ahí, como aquella herida que siempre acaba sangrando cada vez más y más hasta que se vuelve a abrir del todo.

Genial, otra vez lunes, otra vez volver a ser la pringada de clase, que no tiene un grupo y actúa como si no pasara nada. El grupo de Sophie no para de mirarme y decirse cosas por lo bajo. Y yo que había creído que de verdad podían ser mis amigos; que inútil me estaba sintiendo.

Suena el timbre de clase. En el exterior, todo el mundo corre de un lado para otro para llegar pronto a la siguiente materia, pero yo me quedo sentada, sumida en mis pensamientos. Sinceramente, me la suda llegar tarde o que me expulsen de clase, porque por muy caótico que se vea todo, mi interior es aún más complicado, con recuerdos y momentos yendo de aquí para allá y furulando por los pasillos de mi mente.

Tenías que ser túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora