Santino Rinaldi era el típico hombre de negocios que estaba harto de las mujeres fáciles, frente a todos era un hombre frío y sombrío, como si esa fachada era algo para cubrirse las espaldas. Luego de que su prometida lo dejara a un par de días de l...
—¡A despertarse bella durmiente! —Le habían abierto las cortinas, estaba haciendo un hermoso día, ¡Era el día de la boda! Solo que muy temprano en la mañana. Su madre había sido a despertarla, tendría un día de spa y de preparación bien intenso. Santino había sido sacado de su cuarto la noche anterior y por eso ahora Sofía despertaba en la cama completamente sola—. Es hora de que te levantes, tenemos cosas que hacer.
Todas las mujeres estaban esperándola abajo para ir a arreglarse. Sofía ese día se sentía rara, no era nada malo, sino que estaba extraña, su cuerpo se sentía extraño pero prefirió no tomarle en cuenta, debían correr para que todas estuvieran listas a buena hora. Elettra era la más emocionada por el día de spa, al igual que la hermana de Sofía, todo era hermoso ese día. Todo había coincidido con Navidad que sería un en par de semanas, así que Roma había sido decorada con luces y algunas cosas más, era hermoso, todo el mes de diciembre era así y eso le traía tanta alegría a Sofía pues era su fecha favorita.
—Deberían casarse más seguido para venir a estos lugares —Elettra siempre con sus ocurrencias, no era ella sin soltar algún comentario como ese. la joven Sofía estaba en las nubes, le habían hecho las uñas, le hicieron masajes, un facial, el cabello, todo. Era maravilloso, esa vida si le gustaba. Aunque extrañaba los días donde trabajaba como loca, pero ahora debía ver como llevaría la vida como madre, claro que quería volver a trabajar, pero ahora podría hacer otra cosa que no la alejara por tanto tiempo de su bebé.
Las horas pasaron y todas estaban preparadas para el gran día, Sofía estaba nerviosa ahora sí, regresaron a la casa para vestirse y tomar algunas fotos, todo lo que le hicieron era bastante sencillo, nada exagerado, Sofía había quedado realmente hermosa, su piel resaltaba en el vestido que le habían puesto. Ese día si se sentía como una diosa, una musa, Santino siempre la había hecho sentir de esa forma, para la mujer era difícil creerse muchas de las cosas que le decía, pero ese día realmente se sintió preciosa, como un diamante.
—Estás hermosa hija —Su padre la entregaría, era el día más esperado para todos, ella siempre tuvo el sueño de casarse, enamorada y con un hombre que la amara como nadie. Y por sin lo había logrado.
—Te amo papá —Se dejó abrazar por su padre. Ella le tomó del brazo, era momento para iniciar la ceremonia. Santino estaba en el altar que habían puesto donde hombre les había a unir en matrimonio, ninguno era extremadamente religiosos y bueno, aquello no daba para algo como habrían sus madres, sin embargo todas habían sido complacidas.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.