Tomé el café entre mis manos y decidí disfrutarlo. Sabía que Santino estaba detrás de esa puerta de madera y que debía seguir mi trabajo hasta que el se dignara a salir.Mi mañana pasó tranquila, recibiendo llamadas y arreglando un par de contratos, teníamos una reunión importante en unos días, donde, evidentemente, tenía que estar yo al lado de mi jefe.
Para cuando dio el medio día, le levanté para irme a comer algo, pero antes de hacerlo, me acerqué a la puerta. Estaba indecisa si debía tocar o no. Me daba vergüenza verlo.
—¿C'è qualcosa di interessante in quella porta? [¿Tiene algo de interesante esa puerta?]—Salte en mi lugar cuando escuche la voz de una mujer. Era la misma de la otra vez. La que había entrado para discutir con Santino y que luego se fue gritando.
—¿Ah?
—¿Non parli italiano? ¿O parlare cinese? [¿No hablas italiano? ¿O hable en chino?]
—Sì, signora. Mi dispiace [Si, señorita. Lo siento.] —Caminé mi escritorio nuevamente. Qué vergüenza.
—¿Santino è già uscito? Dovevo vederlo a quest'ora. [¿Santino ya salió? Tenía que verlo a esta hora.] —Dijo la rubia. Pero antes de que pudiera responderle, Santino salió de la oficina. Ella se acercó a ella y dejo un beso en su mejilla. El no dijo nada, ni siquiera se inmuto.
—Andiamo Lucianna [Vámonos Lucianna] —La rubia le sonrió y le tomó del brazo pero antes de irse por completo. La mujer me miró.
Todo mi apetito se esfumó. No quise ir a comer luego de eso, así que me quedé ahí trabajando.
Cuando Santino regresó se veía enojado, me saludó por educación y luego se metió en su oficina. Parecía que cada vez que veía a esa mujer, se convertía en un ogro.
Nunca mejor dicho, pues comenzó a pedirme cosas cada 2 minutos y a regañarme. Jamás lo había visto de esa forma conmigo pero era mi jefe, no mi amigo. Seguramente estaba enojado por el beso que nos dimos. Pero tampoco era para tanto, nos besamos. Podría pasarle a cualquiera con un dios como el.
[20: 57]
Ya era un poco tarde pero yo tenía mucho trabajo. No había comido nada en todo el día, ni siquiera pude desayunar más allá que ese café que me dejo Santino.
Quería descansar ya, pero no podía hasta terminar, además que Santino no había salido de su oficina, eso quería decir que ambos estábamos ocupados en lo nuestro. Pero un rato después escuche la puerta de su oficina abrirse. No pude mirarle, me concentré en lo que estaba escribiendo.
—Señorita Ronan... Es tarde, vaya a descansar. —Me dijo juntando sus manos. Se había sacado el saco y parecía cansando.
—En unos minutos. Tengo que terminar este informe para mañana —Solo lo miré unos segundos. No quería doblegarme a hablar de lo qué pasó.
—Recuerda que está en la oficina aún, y mando yo, recoja sus cosas.
¿Ahora me trataba de usted? ¿Qué cambió? Eso en cierto modo dolía, habíamos ganado tanta confianza.

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BOSS || #1
RomanceSantino Rinaldi era el típico hombre de negocios que estaba harto de las mujeres fáciles, frente a todos era un hombre frío y sombrío, como si esa fachada era algo para cubrirse las espaldas. Luego de que su prometida lo dejara a un par de días de l...