Hasta que no hubo terminado la fiesta y los invitados se marcharon a sus casas, Jin no pudo tranquilizarse. Prefirió no subir a sus habitaciones, donde no haría más que pasear de un lado a otro, revivir la escena y sentirse herido por la humillación que había sufrido.
Hizo café, se sirvió un tazón y salió al patio para gozar del fresco y de la soledad. Los calefactores vibraban y las luces parpadeaban todavía; Jin se repantigó en un sillón para tomar el café, relajarse y tal vez reflexionar un poco.
Sabía que Yoongi estaba enojado con él porque le había impedido echar físicamente a Hyukjae de la casa. Aún era lo bastante joven y, gracias a Dios, era también un hombre, para creer que la fuerza bruta podía resolver aquel problema concreto. Y también lo quería lo suficiente para dominar su ira porque Jin se lo había pedido. Por lo menos esta vez había conseguido dominarla.
La vez anterior que Hyukjae intentó entrar en la mansión Kim sin que lo invitaran, Jin estaba demasiado estupefacto para impedir que Yoongi y Jackson actuaran. Echaron a Hyukjae con cajas destempladas, y Jin no pudo evitar sentirse satisfecho por la manera en que su hijo lo había librado de aquel hombre. Pero ¿qué había resuelto?
En esa ocasión Hyukjae se salió con la suya, al igual que ahora. Lo había trastornado, que era lo que pretendía.
Se preguntó hasta cuándo tendría que pagar por un error estúpido y temerario.
Cuando oyó que la puerta se abría a sus espaldas, Jin se puso tenso. No quería discutir sobre el desagradable incidente con Jackson o Yoongi, no quería que alguien le diera una palmadita en la espalda y le dijera que no se preocupase. Quería estar a solas y reflexionar.
-No sé qué te parecerá, pero me gustaría tomar un poco de chocolate.
Sorprendido, Jin vio que Taehyung depositaba una bandeja sobre la mesa.
-Después de una fiesta me gusta relajarme un poco, y estas trufas de chocolate, que estaban abandonadas en la cocina, me llamaban a gritos.
Jin vio que había preparado té, y recordó que a Tae no le gustaba tomar café por la noche. Había dispuesto las trufas sobrantes en una bonita bandeja.
-Jimin también habría venido, pero Lune se despertó. Es posible que le esté saliendo un diente, porque no se está quieta. Qué delicioso es esto. A mediados de diciembre y con este clima. Todavía no hay ni rastro de frío en el aire.
-¿Has ensayado esta conversación y decidiste que empezarías hablando del tiempo?
En otra época, el tono altivo de Jin habría afectado a Tae, pero esos días pertenecían al pasado.
-Siempre he pensado que el tiempo es un buen tema para empezar, sobre todo entre un par de jardineros. Iba a seguir hablando de lo espectaculares que son las flores de Pascua este año, pero creo que eso me lo saltaré. -Tomó una trufa y la mordisqueó-. Pero no hay nada como el chocolate. Dios mío, habría que canonizar a quien inventó estas maravillas.
-Pregúntale a Jimin. Si no sabe quién inventó la primera trufa de chocolate, lo averiguará.
Puesto que el chocolate estaba allí, a Jin no se le ocurrió ninguna buena razón para no comer un poco.
-Ya ha pasado casi un año -le dijo Taehyung.
-¿Es esta tu manera de abrir el fuego para pedir un aumento de sueldo?
-No, pero es una buena idea. Trabajo para ti desde hace casi un año, vivo en tu casa. Esto último durante más tiempo del que me había propuesto, desde luego.
-No tiene sentido que te mudes a otra parte y tengas que volver a trasladarte cuando te cases con Jungkook.
-Es cierto, y espero tu comprensión y que me libres de ir dando vueltas por ahí con los niños. Aunque me ilusione casarme e irme a vivir con Jungkook, sobre todo ahora que he arreglado su piso a mi gusto, lo cierto es que echaré de menos tu casa. Y los niños también.
ESTÁS LEYENDO
Rosa Negra²
ParanormalRico, independiente y con hijos ya mayores, Kim Seokjin ha renunciado a sus cuarenta y un años a volver a amar. Su negocio y la gran amistad que lo une a Taehyung y Jimin son ahora su vida. Hasta que el secreto que alberga su casa lo obliga a pedir...