Pese a la lluvia constante, Nam dio un paseo alrededor de los edificios, y sintió incluso más respeto por Jin y lo que había construido. Pensó que lo había hecho casi sin ayuda de nadie. Sin duda, el dinero de los Kim había contribuido, pero hacía falta algo más que fondos para crear todo aquello.
Hacía falta valor, visión de futuro y duro trabajo.
¿Había hecho él aquel comentario pobre y trillado sobre su piel? Rosa inglesa, pensó ahora, y meneó la cabeza. Como si Seokjin no hubiera oído antes ese cumplido.
En cualquier caso, ni tan solo era pertinente. Jin no era una delicada rosa inglesa, sino más bien una rosa negra, alargado, esbelto y exótico. Un poco altivo y lleno de atractivo sensual.
Ahora sabía muchas cosas de su vida, gracias a la conversación que acababa de tener con él en su lugar de trabajo. Sabía mucho de Jin. De niño había perdido a su abuela, por la que sentía un profundo afecto. La relación con sus padres no había sido muy buena, y también los había perdido. Sus familiares vivían muy lejos, y no parecía que la relación con ninguno de ellos fuese satisfactoria. Aparte de sus hijos, no tenía a nadie.
Y, tras la muerte de su marido, solo había podido contar consigo mismo para cuidar de sus hijos.
Pero no percibía en él el menor atisbo de lástima hacia sí mismo ni, desde luego, asomo de debilidad.
Era independiente, directo y fuerte. Pero también tenía sentido del humor y buen corazón.
¿Acaso no le había ayudado a salir del aprieto cuando él no sabía qué juguete comprarle a una chiquilla? ¿No le había divertido el dilema en que él se encontraba?
Ahora que había empezado a saber cómo era en realidad, deseaba conocerlo más a fondo.
¿Qué ocurría con el segundo marido y el divorcio, por ejemplo? No era asunto suyo, por supuesto, pero podía justificar su curiosidad. Cuanto más supiera, tanto mejor. Y no sería difícil hacer averiguaciones. A la gente le encantaba hablar.
Lo único que debía hacer era saber formular las preguntas.
Obedeciendo a un impulso, dio media vuelta y regresó al centro. Había allí algunos clientes que deliberaban sobre las flores de Pascua y una planta con aspecto de cactus llena de flores blancas. Nam apenas se había pasado la mano por el cabello mojado, cuando Jimin corrió hacia él como una flecha.
-¡Doctor Kim! Qué agradable sorpresa.
-Llámeme Nam. ¿Qué tal, Jimin? ¿Y el bebé?
-Ambos estamos perfectamente. ¡Pero está usted empapado! ¿Le traigo una toalla?
-No, no es necesario. No he podido resistir la tentación de dar una vuelta y ver todo esto.
-Ah. -Él le sonrió achicando sus ojos con una expresión de absoluta inocencia-. ¿Buscaba a Jin?
-Lo he encontrado. Voy a acercarme a la casa para hacerme una idea del espacio de que dispondré para trabajar. Pero he pensado que podría llevarme uno de esos árboles de sobremesa. Los que ya están decorados.
-¿Verdad que son bonitos? Ideales para un pequeño espacio o un despacho.
-Mucho más bonitos que el viejo árbol artificial que tanto me cuesta montar cada año.
-Y huelen a Navidad. -El joven le acompañó a lo largo de la hilera de árboles-. ¿Le gusta alguno en particular?
-Pues... este mismo.
-Me encantan los lacitos rojos y esos Papá Noel diminutos. Le traeré una caja para llevarlo.
-Gracias. ¿Qué son esas plantas?
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Rosa Negra²
ParanormalRico, independiente y con hijos ya mayores, Kim Seokjin ha renunciado a sus cuarenta y un años a volver a amar. Su negocio y la gran amistad que lo une a Taehyung y Jimin son ahora su vida. Hasta que el secreto que alberga su casa lo obliga a pedir...