﴾Epílogo﴿

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Permaneció sentado hasta que los latidos de su corazón se normalizaron, hasta que se calmaron un poco sus nervios y su cólera se suavizó.

Las esquirlas de vidrio destellaban bajo el sol. Pensó que los cristales de las ventanas se podrían reemplazar. Lamentaba la pérdida de sus flores, pero lograría salvar algunas, y cultivaría más.

Cultivaría muchas más.

-¿Cómo está tu mano? -le preguntó a Namjoon.

-Bien, como si nada -replicó él, y añadió casi con desprecio-: Tiene un mentón tan blandengue que parece de goma.

-Eres muy fuerte. -Se volvió para abrazarlo, sin hacer mención de los nudillos despellejados de Nam.

-Debe de haberse vuelto loco para creer que podría salir airoso de esto.

-Un poco, imagino. Supongo que creyó que podría destrozarlo todo antes de que hubiera terminado la ceremonia. Supuso que culparíamos a los niños... o lo haría la policía. Yo me quedaría con un desastre entre las manos. Un hombre como ése no siente ningún respeto por los donceles, no cree que uno de ellos pueda superarlo.

-Pero hay uno que lo ha hecho.

-Bueno, en realidad dos: uno vivo y el otro muerto.

Se le había pasado el mareo, por lo que se puso en pie y tendió una mano para tomar la de Namjoon.

-Hoseok estaba enfurecido, volaba sobre el suelo, entre las mesas, a una velocidad endiablada. Hyukjae vio que se abalanzaba sobre él y gritó. Entonces él empezó a asfixiarlo, o más bien a hacerle creer que lo asfixiaba. No le puso las manos encima, pero lo estaba estrangulando.

Se frotó los brazos, asió las solapas de la chaqueta y las cerró mientras Nam le cubría los hombros con ella. Temía no volver a entrar nunca más en calor.

-No puedo contarlo. Apenas puedo creer que haya sucedido. Todo fue demasiado rápido y brutal.

-Te oímos gritar -le explicó él-. Nos has costado a mí y a tu hijo varios años de nuestra vida. Voy a decirte esto una sola vez. -Se volvió y asió las solapas para mantener a Jin inmóvil y de cara a él-. Y quiero que me escuches. Admiro y respeto tu voluntad de acero, Seokjin, y admiro tu temple y tu capacidad. Pero la próxima vez que se te pase por la cabeza emprenderla a golpes con un lunático, seré yo quien te zurre.

Jin ladeó la cabeza, lo miró y vio que hablaba completamente en serio. ¡Maldito hombre apuesto!

-Mira, si no hubiera tomado una decisión sobre lo que voy a pedirte, esto me habría decidido. ¿Cómo podría resistirme a un hombre que me deja librar mis propias batallas y, en el momento oportuno, entra y limpia la casa? Y solo después, me da un buen consejo porque me he comportado como un idiota. Cosa que, sin ninguna duda, es cierta.

-Me alegro de que estés de acuerdo conmigo.

Jin dio otro paso hacia él, alzó los brazos y se los echó al cuello.

-Te quiero de veras.

-Como yo a ti.

-Entonces casarte conmigo no será ningún problema, ¿verdad?

Jin notó que el cuerpo de Nam se estremecía ligeramente; luego, se apretó contra él, cálido y entregado.

-No veo ningún problema en ello. Pero ¿estás seguro?

-No podría estar más seguro. Quiero acostarme contigo por la noche y despertarme contigo por la mañana. Quiero sentarme y tomar café contigo siempre que me apetezca. Saber que estás ahí para mí y yo para ti. Te quiero. Namjoon, para el resto de mi vida.

-Estoy preparado para empezar. -Namjoon le besó la mejilla magullada, la frente, los labios-. Voy a aprender a cuidar por lo menos de una sola flor. Una rosa. Mi rosa negra.

Se apoyó en él. Podía apoyarse en él... y confiar en que él se retirara cuando Seokjin necesitara estar a solas.

Todo en su interior se serenó, incluso cuando contempló la destrucción de lo que era suyo. Lo arreglaría, salvaría lo que fuera posible salvar y aceptaría la pérdida de lo insalvable.

Viviría su vida y plantaría sus jardines... y al pasear de la mano con el hombre que amaba, observaría el florecimiento de ambos.

Pero por los jardines de la mansión Kim alguien caminaba, preso de furor y aflicción; la locura ardía en sus ojos bajo el acaramelado cielo azul.

Pero por los jardines de la mansión Kim alguien caminaba, preso de furor y aflicción; la locura ardía en sus ojos bajo el acaramelado cielo azul

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