Jin se dirigía a casa a través del bosque con el mejor estado de ánimo posible.
Faltaba muy poco para la gran apertura de la primavera. La temporada empezaría con un estallido floral, el trabajo sería largo, duro y físico, algo que a él le encantaba.
La nueva tierra para tiestos ya empezaba a venderse, y una vez hubiera empezado la temporada, los sacos de doce kilos tendrían una salida espectacular.
Estaba convencido de que así sería. Lo notaba.
A decir verdad, lo notaba todo. La vibración del aire que anunciaba la primavera, los torrentes de luz solar que se filtraban entre las ramas, el ágil movimiento de sus propios músculos.
Pensó que no era de extrañar que estuvieran ágiles tras la noche anterior.
Cuatro orgasmos, por el amor de Dios. Y Namjoon era un hombre de palabra.
Quédate conmigo, le había dicho, y no será la última vez.
Se lo había demostrado en plena noche.
Habían hecho el amor dos veces en una noche, y eso ciertamente merecía una marca roja en el calendario de Jin.
Con Jae Hwan eran jóvenes y habían sido capaces de satisfacerse mutuamente.
Incluso después de que llegara Yoongi, el aspecto sexual de su matrimonio había sido vital.
Luego transcurrió mucho tiempo antes de que Jin permitiera que otro hombre lo tocara. Aunque lo cierto era que, en un sentido profundo, más allá de la superficie, ninguno lo había hecho.
Hyukjae no llegó al fondo de su ser. Pero, por lo menos durante algún tiempo, Jin pensó que él tenía la culpa, que se debía a su propia naturaleza. No le había amado de verdad. Pero le gustaba, disfrutaba con él y, desde luego, se sentía atraído por él.
Estúpidamente, pero ahora eso estaba fuera de lugar.
El sexo, en el mejor de los casos, había sido adecuado, y eso le bastó. En aquel entonces quería, necesitaba, compañía y camaradería.
Desde el divorcio, y, a decir verdad, desde bastante antes de divorciarse, había sido célibe, por decisión propia, que era la correcta para él.
Hasta que llegó Nam.
Ahora él lo llevaba al paroxismo, y por Dios que se sentía agradecido. Y también aliviado, al saber que su impulso sexual se encontraba en perfectas condiciones.
Le había dicho que se estaba enamorando de él, y eso le hizo sentir un pequeño nudo en las entrañas. El amor aún significaba cosas concretas para Jin.
El matrimonio y la familia eran cosas demasiado serias para tomarlas a la ligera.
Nunca volvería a tomarse el matrimonio a la ligera, de modo que difícilmente podía tomarse así el amor que lo precedía.
Pero podía gozar de él, y de sus sensaciones en aquel atardecer espectacular.
Cruzó su jardín particular y vio que florecían los primeros narcisos de un amarillo cremoso. Tal vez entraría, tomaría las tijeras y cortaría algunos para su dormitorio.
Cuando se acercaba a la casa, vio a Taehyung y a Jimin en la terraza, y los saludó agitando la mano.
-Huele a primavera -les dijo-. Vamos a tener que empezar a movernos... -Se interrumpió al ver sus caras-. Vaya, qué serios están. ¿Algún problema?
-No exactamente -respondió Taehyung-. Hoy ha venido la señora Haggerty.
-¿Le ocurre algo?
-No, nada. Pero quería saber cómo te iba, si estabas bien.
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Rosa Negra²
FantastiqueRico, independiente y con hijos ya mayores, Kim Seokjin ha renunciado a sus cuarenta y un años a volver a amar. Su negocio y la gran amistad que lo une a Taehyung y Jimin son ahora su vida. Hasta que el secreto que alberga su casa lo obliga a pedir...