﴾Capítulo 13﴿

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Nam llegó a la conclusión de que cierta distancia era apropiada. Aquel hombre era una paradoja y, puesto que una paradoja no tiene una solución lógica, lo mejor sería aceptarlo tal como era en vez de tratar de entenderlo hasta que le estallara la cabeza de tanto pensar.

Así pues, trataría de establecer cierta distancia, de modo que pudiera canalizar sus energías en enigmas distintos del enigmático Kim Seokjin.

Tenía que hincar los codos y llevar a cabo las tareas preparatorias. Tras unas horas tecleando en el ordenador, podría verificar las fechas de los nacimientos, muertes y matrimonios relacionados en el libro de acontecimientos familiares de los Kim. Ya había compuesto un cuadro genealógico de la familia, utilizando la información obtenida por ordenador y la del juzgado.

A los clientes les gustaban los árboles genealógicos. Por otro lado, eran herramientas para él, lo mismo que las copias de cuadros familiares y las cartas.

Lo clavaba todo en un gran tablero. Dos en este caso, uno en el despacho de su piso y otro en la biblioteca de la mansión Kim.

Cuadros, fotos y cartas antiguas, diarios, recetas garabateadas, todo este material hacía revivir a las personas que eran objeto de su investigación. Cuando revivían, cuando empezaba a imaginar sus vidas cotidianas, sus hábitos, sus defectos y sus agravios, le importaban más de lo que podía importarle cualquier trabajo o proyecto.

Podía perder horas revisando las notas sobre jardinería de Kim Elizabeth o el cuaderno en el que había ido registrando los progresos del bebé que sería el padre de Jin. ¿Cómo si no sabría que el hombre que había engendrado a Jin sufrió un trastorno celíaco a los tres meses o que dio sus primeros pasos diez meses después?

Eran los detalles, los pequeños fragmentos, los que llenaban el pasado y hacían que resultara inmediato. En la foto de bodas de Elizabeth y Yugyeom Soohyun hijo, podía ver a Seokjin en su abuelo. El cabello negro, los ojos alargados, los gruesos labios, los fuertes y a la vez delicados rasgos faciales.

¿Qué más le había transmitido y, a través de él, a sus hijos, aquel hombre al que Jin apenas recordaba?

Sagacidad para los negocios, de entrada, se dijo Namjoon. A partir de otros detalles, aquellos pequeños fragmentos, hallados en recortes, en registros domésticos, se había hecho la idea de un hombre con una gran habilidad para ganar dinero y que había evitado el destino de muchos de sus coetáneos cuando se produjo el derrumbe del mercado de valores. Un hombre cuidadoso, que había preservado el hogar y las propiedades de la familia.

Sin embargo, ¿no tenía un aspecto de frialdad?, se preguntó Nam mientras examinaba las fotografías fijadas en el tablero. Una expresión distante en los ojos. Algo más que el estilo fotográfico de la época.

Tal vez se debiera a que era rico de nacimiento... el hijo único sobre cuyos hombros recaían las responsabilidades.

-¿Qué sabías tú de Hoseok? -preguntó Namjoon en voz alta-. ¿Lo conociste en persona? ¿O ya estaba muerto, ya era un espíritu en esta casa la primera vez que lo viste?

Pensó que alguien lo conoció. Alguien le habló, lo tocó, conoció su rostro y su voz.

Alguien que vivió o trabajó en la mansión Kim.

Namjoon emprendió una investigación de los criados de quienes tenía los nombres completos.

Requería tiempo, y no incluía una miríada de otras posibilidades. Hoseok había sido un invitado, un criado cuyo nombre no estaba incluido, o quizá había sido borrado de los registros de la familia, o tal vez fue familiar de un familiar o un amigo de la familia.

Rosa Negra²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora