﴾Capítulo 17﴿

65 13 15
                                    

Desde luego, el intercambio que acababa de tener con su hijo le dio a Jin mucho que pensar. ¿Cómo era posible que conociera tan bien a su unigénito y, sin embargo, le hubiera sorprendido por completo el altercado de aquella tarde?

Claro que, bien mirado, ¿a qué padre se le pasaría por la cabeza que sus hijos se preocuparan por él? No había suficiente espacio en el cerebro ni el corazón para contemplar esa posibilidad, cuando ambos estaban tan llenos de inquietud y preocupación por el hijo.

A eso debía añadir que, por primera vez, había comprendido plenamente lo mucho que le había decepcionado cuando accedió a casarse con Hyukjae pese a que era previsible que la unión terminara en fracaso. Había dañado a Yoongi tanto como él se había dañado, tal vez incluso más.

¿Era algo de lo que podías resarcir a tus seres queridos, o era algo que debía curarse como una herida?

Como deseaba estar tranquilo, Jin fue a su habitación desde la entrada exterior y se quitó la ropa de abrigo.

Se dirigió a la sala de estar, con la intención de poner música y pasar algún tiempo haciendo bocetos, solo para relajarse. Pero vio los ordenados montones de correo sobre la mesa. Siguiendo su costumbre, Jackson había separado la correspondencia personal (escasa últimamente, pues tanto Jin como la mayoría de sus conocidos se habían pasado al correo electrónico), la de negocios y las facturas.

Convencido de que lo mejor era ocuparse de las malas noticias, se sentó y empezó a abrir las facturas. Los impuestos de la mansión hicieron que se estremeciera un momento, pero ése era el precio por disponer de tanto espacio y que tantas personas pudieran disfrutarlo.

Sacó el talonario de cheques, prometiéndose que pronto, antes del mes siguiente, aprendería a efectuar el pago de facturas por ordenador. Por supuesto, cada mes se proponía lo mismo. Pero esta vez iba en serio. A la primera oportunidad, le pediría a Taehyung que le enseñara cómo hacerlo.

Pagó la electricidad, el gas, el teléfono y la factura de una tarjeta de crédito.

Entonces frunció el ceño al ver el sobre de otra compañía de tarjetas de crédito.

Estuvo a punto de tirarlo, suponiendo que se trataba de una oferta, pero lo abrió para cerciorarse.

Puso los ojos en blanco al ver el total que le habían cargado. Más de ocho mil dólares. ¿Ocho mil? Restaurantes, electrónica, el departamento masculino de Love Yourself.

Perplejo, tomó el teléfono para informar del error. Estuvo media hora abriéndose paso a través de la enmarañada y viscosa burocracia.

Entonces telefoneó a su abogado.

Una vez la maquinaria estuvo en marcha, se reclinó en su asiento, con náuseas a causa de la sensación de opresión en el estómago. La tarjeta estaba a su nombre, con toda su información: dirección, número de la Seguridad Social e incluso el apellido de soltera de su madre. El otro usuario de la tarjeta respondía al nombre de Min Kim.

Inteligente, se dijo. Muy inteligente.

Él no había usado su propio nombre, y no había acumulado gastos en los lugares que solía frecuentar. Jin no tenía duda de que ya habría destruido la tarjeta. El último cargo estaba fechado tres días antes de que finalizara el plazo de facturación.

Como de costumbre, aquel cabrón de Hyukjae había tomado todas las precauciones.

Entonces Jin pensó que el dinero no debía de haber sido la motivación principal. No es que Hyukjae no estuviera dispuesto a beneficiarse de ocho mil dólares y pico, pero lo que le incitó a estafarlo debió de ser el problema que le ocasionaría, la irritación y, sobre todo, el recordatorio de que él seguía allí y era capaz de perjudicarlo. Y poco era lo que Jin podía hacer.

Rosa Negra²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora