﴾Capítulo 9﴿

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En unos jardines tan extensos como los suyos, siempre había tareas que hacer.

Puesto que quería trabajar, Jin arrastró sacos de mantillo, comprobó las existencias de abono y se ocupó de los esquejes y los pimpollos que cultivaba para su uso personal en el pequeño invernadero junto a la casa.

Luego tomó los guantes y la podadera y salió para concluir la poda de fin de año.

Cuando Nam lo encontró, Jin estaba metiendo ramitas en una pequeña trituradora. La máquina, pintada de un rojo apagado, traqueteaba al triturar la broza; con su brioso movimiento, parecía muy diligente.

Como también lo parecía él, se dijo Nam, con la camisa sucia de tierra, la raída chaqueta, la gorra negra, los gruesos guantes y las botas llenas de cicatrices.

Llevaba unas gafas de cristales oscuros; él se preguntó si serían para protegerse los ojos del sol o de las astillas que volaban.

Sabía que Jin no podía oírlo porque se lo impedía el estrépito de la trituradora, por lo que se tomó un momento para mirarlo y dejó que se fusionara la imagen del resplandeciente hombre que lucía un collar de rubíes con el atareado jardinero vestido con unos jeans descoloridos.

Aquel era el mismo hombre severo, vestido con un traje sastre, que le visitó por primera vez en su piso, el Jin del invernadero tropical con una mancha en la mejilla y el Jin desenvuelto y amistoso que se había tomado tiempo para ayudarle a seleccionar un juguete infantil. Era un hombre de múltiples facetas, y probablemente tenía más de las que él ya había visto. No dejaba de ser extraño que le atrajeran todas ellas.

Con los pulgares metidos en los bolsillos de la chaqueta, Namjoon se le acercó hasta entrar en su campo de visión. Él alzó los ojos y entonces paró la máquina.

-No es necesario que se detenga por mí -le dijo él-. Es la primera vez que veo uno de estos cacharros en acción, excepto en la película Fargo.

-Éste no es del todo apropiado para deshacerse de un cadáver, pero es útil para las tareas de jardinería.

Con una ridícula satisfacción, Jin pensó que Nam había visto Fargo. Era una señal de que tenían algo en común.

-Ajá. -Él miró el lugar por donde había desaparecido casi toda una rama-. Así que mete el material aquí y tras, tras, tras.

-Más o menos.

-¿Qué hace con los residuos?

-Cuando has triturado suficientes ramas y hojas, tienes un buen saco de mantillo.

-Qué práctico. Bueno, no quería interrumpirlo, pero Jackson me dijo que estaba aquí. Pensé venir y dedicar un par de horas a la investigación.

-Me parece bien. No creía que tuviera usted mucho tiempo hasta pasadas las fiestas.

-Tengo tiempo. Estoy sacando copias de los registros oficiales y necesito tomar algunas notas sobre su historia familiar, esa clase de cosas. He de poner cierto orden antes de que pueda mirar bajo la superficie.

Él le quitó del hombro una astilla de considerable tamaño, y deseó que Jin se quitara las gafas de sol, porque sus ojos le encantaban.

-Y quisiera establecer las fechas para las entrevistas, después de las fiestas.

-De acuerdo.

Nam tenía las manos en los bolsillos de su chaqueta de cuero. Sabía que estaba dejando pasar el tiempo, pero Jin olía tan bien... Tan solo un atisbo oculto bajo el olor de la madera.

-Es curioso, no creía que hubiera tanto trabajo en un jardín en esta época del año.

-Siempre hay algo que hacer, en cada época del año.

Rosa Negra²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora