﴾Capítulo 30﴿

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-Podría ser metafórico.

Jin alzó la vista y miró a Yoongi, mientras caminaban por el bosque al día siguiente.

Sabía muy bien por qué lo acompañaba su hijo, con un brazo alrededor de su hombro: porque Nam le había dicho que se había desmayado.

Apenas había dispuesto de cinco minutos para sí mismo desde que se había desvanecido. Eso tenía que cambiar, pero les daría a él y el resto de su familia honoraria un día de margen antes de pedirles que lo dejaran en paz.

-¿Qué es lo que podría ser metafórico?

-Esa visión que has tenido. Allí al borde de la fosa, echándole paladas de tierra. -Hizo una mueca de desagrado-. No quiero decir que tuvieras una alucinación. Pero, en cualquier caso, lo que estoy diciendo es que nunca has estado al borde de su tumba, nunca lo has enterrado. Él murió hace mucho tiempo. Pero si lo consideramos una metáfora, podríamos decir que estás intentando abrir su tumba... pero que, como te falta algo, como no encuentras algo, lo que sea, lo estás enterrando.

-De modo que todo está en mi mente.

-Tal vez él te lo esté causando. No lo sé, papá.

Jin se quedó un momento pensativo.

-Nam tiene una teoría. Estábamos hablando de ella antes de que me desmayara.

Le contó a su hijo lo que le había dicho Nam; le rodeó la cintura con el brazo mientras lo hacía. Juntos, se detuvieron en el linde del bosque y contemplaron la casa.

-No parece tan descabellado, si lo miras bien -dijo Yoongi-. Siempre pareció que Hoseok era como un miembro de la familia.

-Yo diría que eso solo abre más interrogantes y que no nos acerca al descubrimiento de quién fue. Pero de una cosa estoy seguro: quiero tener en mis manos esos diarios más que nunca. Si Jane no me los consigue, me enfrentaré a Clarise.

-¿Quieres que haga de arbitro?

-Es posible. Si Hoseok forma parte de la familia, merece que seamos justos con él. Sin embargo, no siento lo mismo con respecto a Clarise. En mi opinión, siempre ha querido más de lo que merecía. No sé por qué siento más simpatía por un hombre muerto, que puede ser o no pariente, que por una viva que es familiar nuestra sin asomo de duda.

-Una vez me pegó.

Jin se puso rígido al instante.

-¿Cómo dices?

-Un día me dio una buena bofetada, cuando estábamos de visita y me sorprendió subiéndome a la encimera de la cocina para tomar el tarro de las galletas. Debía de tener unos seis años. Me dio una bofetada, me bajó de allí y me dijo que era un mocoso glotón e irrespetuoso.

-¿Por qué no me lo dijiste? No tenía derecho a tocarte. Le habría arrancado la piel a tiras.

-Pero luego me la habrías arrancado a mí -replicó él-. Me habías dicho que no subiera nunca a la encimera y no tomara galletas sin pedir permiso primero. Así que me aguanté y salí de allí con el rabo entre las piernas.

-Nadie podía darte un cachetazo excepto yo. Nadie pone las manos encima de mis hijos, y para mí ese es un delito que no prescribe. Esa zorra...

-Bueno, bueno. -Yoongi le dio un apretón en los hombros-. ¿No te sientes mejor ahora?

-Haré que se arrepienta de ello. -Caminó con él hacia la casa-. Pero sabías que no estaba bien meter la mano en el tarro de las galletas, Yoongi.

-Sí, papá.

Jin le dio un ligero codazo.

-Y no sonrías.

Rosa Negra²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora