Yoongi era capaz de pasarse varias horas al día en la sección de injertos sin aburrirse ni echar en falta la compañía de otras personas. Las plantas con las que trabajaba le fascinaban y eran una fuente inagotable de satisfacción para él.
Tanto si creaba un tallo central largo y sin ramas como si experimentaba con un híbrido, hacía la tarea que le gustaba.
También disfrutaba de la actividad al aire libre, los injertos y la multiplicación de las plantas madres en el campo. Ya había seleccionado los árboles que se proponía injertar, pero tenía que pasarse la mayor parte de la semana recogiendo sus vástagos y podando los árboles que había injertado el año anterior.
Su padre dejaba en sus manos ese tipo de decisiones. Qué hacer, cómo y cuándo hacerlo. Él sabía que el hecho de que Jin se hiciera a un lado y lo dejara trabajar como quisiera suponía un alto grado de confianza en él.
Claro que él le había enseñado no solo los aspectos básicos del trabajo, sino que también le había inculcado el amor por todas las plantas.
Durante su infancia y adolescencia habían pasado juntos innumerables horas en el jardín y el invernadero. Jin también había enseñado a sus hermanos, pero los intereses de estos fueron por otros derroteros, mientras que el hijo menor se concentraba en la mansión Kim, los jardines y el trabajo.
Su época universitaria, sus estudios, no habían hecho más que cimentar lo que sería la principal actividad de su vida.
Su responsabilidad hacia ellos, hacia la casa, los jardines, el trabajo y el hombre que le había enseñado era absoluto.
Consideraba una gran ventaja que en su caso el amor y la obligación se unieran de un modo tan armonioso.
Chaikovski sonaba para las plantas, mientras que la música clásica que él escuchaba, a través de los auriculares, era un grupo llamado Guns N' Roses. Examinaba los tiestos y tomaba anotaciones en diversas tablillas con sujetapapeles.
Le gustaban sobre todo las dalias que había injertado la primavera anterior a petición de Jungkook. En un par de semanas, haría crecer los tubérculos que había guardado durante el invierno y en primavera cortaría esquejes. En el Jardín podría ofrecer un buen suministro de Sueño de Taehyung, la audaz dalia, de un azul intenso, que él había creado.
Pensó en lo sugerente que resultaba la evolución de las cosas. Todo sucedía gracias a que Jungkook y el pulcro Taehyung se habían enamorado... y a que Jungkook había mostrado su faceta sentimental con respecto a la dalia azul en la que Taehyung había soñado. Soñado, se dijo Yoongi, debido al Caballero de Kim.
Se cerraba así una especie de círculo, ¿no era cierto?, que volvía a la mansión y a lo que crecía en sus terrenos.
No habría habido Sueño de Taehyung sin el Caballero y no habría habido Caballero sin la mansión Kim. Y nada de ello existiría, suponía él, sin la firme determinación de su padre de mantener la casa y montar el negocio.
Puesto que estaba de cara a la puerta, lo vio abrirse y observó la entrada de Jimin.
Tampoco Jimin estaría allí de no ser por su padre. Ningún hombre hermoso y embarazado habría llamado a la puerta de la mansión Kim el invierno anterior en busca de trabajo y un lugar donde vivir.
Cuando Jimin sonrió tan típico de él, a Yoongi se le aceleraron por un momento los latidos del corazón; después volvieron a la normalidad. Jimin se dio unos golpecitos en la sien y él se quitó los auriculares.
-Siento interrumpirte. Jin me ha dicho que tienes algunos tiestos lo bastante maduros para pasarlos a la sección de plantas de interior. Taehyung quiere organizar unas rebajas de invierno.
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Rosa Negra²
ParanormalRico, independiente y con hijos ya mayores, Kim Seokjin ha renunciado a sus cuarenta y un años a volver a amar. Su negocio y la gran amistad que lo une a Taehyung y Jimin son ahora su vida. Hasta que el secreto que alberga su casa lo obliga a pedir...