Capitulo 24

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ADRIEN

Un golpe muy fuerte me despierta en medio de la noche, sonaba como si algo de vidrio se rompiera, lo que me hace sobresaltar y me levanto lo más rápido que puedo.

Salgo de mi habitación aún un poco dormido frotándome el rostro con mis muñecas cuando los gritos me alertan y empiezo a correr casi cayendo por las escaleras.

— ¡Te dije que no quiero volverte a ver por aquí!

Escucho que mamá grita seguido de un golpe a la pared y algo caerse nuevamente.

— ¡Tengo derecho a estar aquí! —escucho que papá grita— ¡Esta también es mi casa, Darlene!

Llego al final de las escaleras y los veo a ambos discutiendo, mamá está acorralada, sentada en el piso.

— ¿¡Se puede saber que carajos estás haciendo!? —le grito desde las escaleras.

Él se gira hacia mí y puedo ver la furia en sus rostro, al parecer ha estado bebiendo, el olor a alcohol que emana su cuerpo es muy fuerte.

— ¡Tú no te metas! —gruñó.

Me acerco un poco más a ellos y puedo ver que mamá tiene marcas en los brazos y un ojo morado. ¿Qué le hizo este malnacido?

—Si el problema lo tienes con ella —apunto a mamá—. También lo tienes conmigo.

—Vaya —se ríe—. El gatito vuelve a mostrar sus garras —suelta una carcajada.

Lo único que puedo sentir es como la rabia se expande por todo mi cuerpo, el fuego extendiéndose hasta mis puños. No puedo soportar que le haga esto, no a ella, no otra vez.

—Vuelve a la cama —hace un gesto para que me vaya—. Deja que terminemos esto.

Augusto vuelve a girarse hasta quedar frente a mamá, ella intenta levantarse del suelo, pero falla y vuelve a caer.

— ¿Quién dijo que podías levantarte, zorra? —suelta y le da una bofetada haciendo que su rostro de una vuelta.

No necesité más para explotar, salté sobre él y lo tumbé al suelo para detenerlo, lo tomé de improviso.

Veo todo rojo y no puedo controlar mi furia, comienzo a darle golpizas en el rostro y aunque veo sangre salir de él no me detengo.

Mamá pone su mano en mi espalda y solo en ese momento freno mis golpes para entrar en razón. Me levanto rápidamente y la abrazo.

—Déjalo —me dice llorando—. Creo que lo ha entendido.

Me separo de ella un poco pero aún tengo mi mano es su espalda, dejo un beso en su frente y veo como Augusto intenta levantarse a duras penas, escupe sangre a un lado y se limpia.

—Más te vale no volver por aquí, hijo de puta.

—Ya lo veremos, infeliz.

Él se va y cierra la puerta con fuerza luego de darme un vistazo con furia.

Vuelvo a abrazar a mamá y la acompaño hasta su cama lentamente, opte por llevarla a la sala de invitados que tenemos en la planta baja, no quiero forzarla a subir las escaleras luego de esto.

Me acuesto con ella hasta que logra calmarse y quedarse dormida. Yo no pude pegar un ojo en toda la noche.

Al día siguiente.

Mamá aún duerme, vine hacia la cocina para preparar un poco de café para aguantar aún más, no quiero dormir.

No quiero despertarla así que termino de preparar el café, lo dejo en la mesa ratona y me dispongo a limpiar todo el desastre que Augusto dejó.

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