Extraño

Capítulo 7

Advertencia: contenido fuerte ( abuso)

JOSHUA

Hay algo que me molesta, que me oculten todo.

No puedo decir que yo no tenga cosas que ocultar, es solo que prefiero que no sientan lastima de mi con algunas cosas o que piensen que son estupideces y que no vale la pena preocuparse por ellas.

No creo poder ocultar todo lo que Alejandro me hizo, no se lo dije a mamá siquiera, Olivia tampoco lo sabe, Adrien no debería enterarse, si antes quería matar a su hermano, si llega a enterarse lo llevara a cabo.

Últimamente estoy soñando con eso, hace ya un par de noches, luego de la aparición de Alejandro en el instituto y de todo lo que hizo Adri por mí, tengo miedo de cerrar los ojos, no quiero ver todo eso otra vez.

24 de septiembre.

—Hola, Josh —Alejandro habló desde su camioneta.

—Buenas, Ale —le di una sonrisa amigable— ¿Qué pasa?

Si, en algún momento con Alejandro nos llevábamos bien, hablábamos a veces cuando iba a recogerme para ir a la casa de Adri cuando mamá no podía, y antes de que él aprendiera a conducir.

—Adri me dijo que viniera a buscarte —me dio la mano— ¿No te dijo nada?

—Pues, no. No me avisó que vendrías.

Me pareció extraño que se apareciera, nunca viene sin que Adri me avise antes, mañana es mi cumpleaños, quizás sea alguna sorpresa o algo.

—Bueno, él me dijo que viniera —se encogió de hombros mirando su camioneta— ¿Vamos?

—Espérame. —cerré la puerta un momento fui a buscar mi celular y a arreglarme un poco— Vamos— le dije siguiendo sus pasos.

Subí a su camioneta y fuimos camino a su casa. Pasó de largo.

—Se que lo sabes —me reí nervioso— Pero te pasaste tu casa.

—Tranquilo, es en otro lugar —me dio una sonrisa torcida.

— ¿Seguro? —le pregunté incómodo.

—Si, ya verás —vi como sus manos en el volante se tensaban.

Casi media hora de camino para llegar a la zona del lago del pueblo, no era extraño, solíamos venir con Adri y Olivia aquí. Alejandro estaciono el auto en lo más alejado del camino y de la costa.

Intenté bajarme de la camioneta en el momento que estacionó, pero las puertas estaban cerradas.

— ¿Me dejas salir? —le dije señalando la puerta.

Me miró fijamente, tenía una sonrisa ladina extraña, me hizo sentir como un cordero ante un lobo.

—No lo creo, mariquita.

No me dio tiempo a reaccionar cuando él me tenía de la nuca y me la apretaba, no podía zafarme de su agarre. Con su mano libre empezó a desabrocharse el cinturón y cada vez me acercaba más a él.

— ¿Esto es lo que te gusta no? —me dijo mirándome como si fuera a humillarme o algo así.

— ¿A qué te refieres? —apenas pude decir, su agarre no me permitía hablar mucho, tenía mucho miedo.

—En que a las personas como tú les gusta esto —saco su miembro con su mano libre y lo agitó frente a mí.

— ¡¿Qué mierda Alejandro!? —le di una mirada de miedo, sus ojos estaban llenos de lujuria, eso pude verlo.