Capítulo 25

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ENZO

No pude pegar un ojo en toda la noche luego de lo que sucedió, intenté quedarme todo lo que pude despierto para protegerlo.

Estoy acostado boca arriba, con mi vista hacia el techo de la tienda y él duerme a mi lado abrazándome.

Estar cerca de Josh me hace sentir completo, me hace sentir seguro. Tengo que dejar de preocuparme de esas idioteces. Lo único que me importa en estos momentos es él y su seguridad.

No me ha explicado por qué aquel imbécil lo atacó ayer. No quiero que lo haga hasta que se sienta seguro de hacerlo, esperaré lo que haga falta.

Me separo de él dejándolo suavemente sobre el saco de dormir y me levanto para salir a tomar un poco de aire. Son al menos las 7 de la mañana, el sol se asoma detrás de los árboles del bosque frente a mí.

Me paso las manos por el rostro con frustración. No quiero lastimarlo ni dejarlo ahora, cuando más me necesita. Pero solo serán unos días. Necesito arreglar todo allí para establecerme aquí. Aún no encuentro el momento perfecto para decírselo.

Claudia me ofreció la casa de su madre, y sinceramente estoy pensando en aceptarla, no me pidió una suma muy alta. Además, Josh ama esa casa, en un futuro podríamos vivir allí.

A quien engaño, es imposible que vivamos juntos, él está enamorado de Adrien. Estoy confundido, no sé qué hacer, lo amo, pero no quiero arruinarle su felicidad.

Aún tengo en la mente como se iluminaron sus ojos cuando él lo llamo. Eso me recordó al Josh de hace años, cuando nos conocimos, él solía mirarme de aquella manera.

Una lagrima se resbala por mi mejilla, no sé en qué momento empecé a llorar.

Siento que alguien me rodea desde atrás, me limpio las lágrimas y me giro hacia él para darle un beso corto en los labios.

—Buenos días, Josh.

—Buenos días, cariño.

Su abrazo es cálido, reconfortante. ¿Por qué no puede durar para siempre?

— ¿Qué haces despierto tan temprano? —se acurruca en mí.

—Tomar un poco de aire, nada más —le doy una sonrisa triste, aunque él no me ve.

—Ven a la cama un poco más —gimotea tirando de mi hacia la tienda.

Yo lo sigo y volvemos dentro, pero esta vez estamos acostados pero enfrentados. ¿Por qué tiene que verse tan perfecto durmiendo?

Tomo mi celular y le saco una foto como cada día desde que dormimos juntos. Él no lo sabe, pero lo tengo de fondo de pantalla, ver su rostro somnoliento me llena de paz y me alegra los días.

Él hace un mohín acercándose a mí y lo abrazo, puedo ver como una sonrisa se forma en su rostro. Dejo un beso en su frente y me quedo profundamente dormido.

Italia, es mi esencia, es el lugar que me vio nacer, pero aquí... Aquí está la razón por la que estoy vivo. Y también, la única familia que me queda.

Ya es medio día, subí al auto y me acerqué al autoservicio más cercano para comprar algo para comer y para alegrar al niño.

El móvil suena en mi bolsillo, en el campamento no hay nada de cobertura, esa fue una de las razones por la que lo elegí.

—Pronto —respondo.

— ¿Puedes hablar?

—Si es para una de tus escenas otra vez, no —le respondo áspero—. Si necesitas otra cosa sí, puedo.

ExtrañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora