Capítulo 16

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~Hannia~

 No era como si pudiera cerrar los ojos y olvidarme de quien era yo y quien era él. Jae era el hombre que prácticamente me había comprado para convertirme en la esposa de su hermano, pero no solo eso, era un hombre prepotente y controlador, al cual había odiado desde que me hizo aquellas preguntas impertinentes. Y sin embargo, había tenido sexo con él, pero no podía evitar la atracción que sentía hacia él, más aun cuando se mostraba tan relajado y natural como en este instante. Con sus manos alrededor de mi cintura y su rostro sobre mi cuello, todo parecía tan sencillo, tan fácil de llevar, pero no lo era.

— ¿Qué dices? ¿Puedo visitarte esta noche? —Me sorprendió su pregunta, apenas hacia un momento había dado por hecho lo que haría esa noche.

— ¿Te detendría si me niego? —Una sonrisa se extendió por su rostro.

—Mmm… probablemente en otra situación sí me hubiera detenido, pero después de lo que dejamos sin terminar en tu oficina, me temo que no —No pude evitar sonreír. De nuevo tenía delante de mí a un Jae distinto, relajado y sincero, al menos desde mi perspectiva— ¿No me crees? —Pregunto, fingiéndose ofendido.

—No lo sé —Me tomo de la barbilla y me beso.

—Recuerda que te dije que no haría algo que tu no quisieras —Susurro sobre mis labios. Esa clase de gestos me provocaban mariposas en el estómago y que las piernas me temblaran.

—Eso no parece algo que el señor Kim podría cumplir —Conteste, sintiéndome en confianza para seguir su juego.

—El señor Kim puede hacer muchas cosas, de las que no tienes idea.

—Creo que puedo darme una idea —Dije al recordar lo que había hecho con su boca— Pero… —Sujeto mi rostro con ambas manos y me miró fijamente a los ojos.

—No hay peros, Hannia. Además, de que no quiero verte llorar… —Dijo acariciando con sus pulgares mis mejillas— Como hace un momento cuando estábamos con mi madre —Se dio cuenta, desde luego. Decirle que era por mi padre, era romper sus reglas, me gustaba su tranquilidad, no deseaba verlo enojado como cuando descubrió la llamada de Zu. Así que lo mejor era no tocar el tema. Intente sonreír.

— ¿No llorarías si no llevas ropa interior delante de tu suegra? —Soltó una risilla. En ese momento, se escucharon unos golpes en la puerta y puso mala cara.

— ¿Y ahora quién será?

—Mejor atiende —Conteste intentando apartarme de él, pero no lo permitió, me mantuvo sujeta con firmeza de la cintura.

—Espera. ¿Quién es? —Preguntó en voz alta.

—Soy yo —Reconocí la voz de Max. Jae se relajó, aunque yo seguía sintiéndome incomoda, aun cuando se tratara de Max, era una mujer casada y estaba ahí, en brazos de mi cuñado. Y no en plan de familia.

—Jae —Insistí para que me liberara, pero negó con un movimiento de cabeza.

La Esposa de mi HermanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora