Capítulo 12

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~Hannia~

No podía creer lo que pasaba en ese momento, Jae, me había despojado de mi ropa interior y me había penetrado. Sus embestidas iban en aumento, era una sensación agridulce, era duro y brusco, pero al mismo tiempo era delicioso y placentero. Me aferre con fuerza a su espalda para no perder el equilibrio, aunque el peso de su cuerpo contra el mío evitaba que sucumbiera. Su boca comenzó a descender por mi cuello, el calor de sus labios sobre la piel sensible de mi garganta era un deleite. Podía escuchar sus jadeos y los sonidos guturales que escapaban de su pecho, eso solo me excitaba aún más.

—Me vuelves loco… —Susurro mordiendo el lóbulo de mi oído, al sentir sus dientes en mi piel, emití un ligero quejido y sentí como sus labios formaban una sonrisa. Era un dolor agradable y erótico. Sentí como su cuerpo se tensaba, de la misma forma que el mío lo hacía, ambos estábamos cerca del clímax.

— ¡Jae! —Gemí cuando miles de luces explotaron en mi cabeza, cerré los ojos mientras mi cuerpo se estremecía, presa de los espasmos que su miembro provocaba en mi interior, había llegado al orgasmo.

Aumento el ritmo de sus embestidas y con un sonido ronco y casi sobrehumano, sentí como explotaba, dejando su esencia dentro de mí. Hundió el rostro en mi cuello, mientras su cuerpo vibraba. Bajo lentamente mi pierna y se separó de mí. Me quede inmóvil pegada a la pared, mientras intentaba normalizar mi respiración, aquello había sido realmente maravilloso, el mejor sexo que hubiera tenido en toda mi vida. Totalmente diferente a lo que hubiera esperado o deseado, pero no por eso menos placentero.

Jae se dio la vuelta, dándome la espalda, mientras abrochaba sus pantalones. Torpemente lo imite y baje mi vestido, para después intentar acomodar mi cabello. No sabía que hacer o decir, aquello había sido tan inesperado. ¿Qué se podía decir en esa situación?

—Puedes irte —Dijo con la voz ronca.

No tuvo que repetirlo, tome mi bolso, el cual había caído a un costado de mis pies,  y rápido salí de la oficina, sin mirar atrás. Me apresure a llegar al elevador y entre, aun mi cuerpo temblaba por lo que acababa de experimentar, sentía las piernas hechas de goma y mi corazón aun latía a prisa. Ahora solo faltaba que el chofer aun estuviera ahí, esperando por mí, tenía que irme cuanto antes. Cuando las puertas del ascensor se abrieron, respire aliviada, sintiéndome a un paso de escapar. Soo, estaba de pie junto al auto y me hizo una reverencia al verme. Camine despacio hacia él y fue en ese instante en el que me percate de dos cosas, primero, no llevaba ropa interior, Jae me había quitado la bragas y ni tiempo de buscarlas cuando salí de su oficina. ¡Rayos! La segunda cosa, era que me sentía mojada, muy húmeda, la esencia de Jae resbalaba por mis piernas. Lo que me hizo mirar con pánico al chofer ¿Y si habían quedado restos en mi vestido? ¿Y se daba cuenta de que acababa de tener sexo? Yo, una mujer que no tenía a su marido cerca. ¡No!

—Buenas noches señora —Saludo con normalidad, aunque yo no podía evitar sentirme inquieta y con un letrero enorme en la frente “Infiel”.

—Buenas noches. Lamento la espera.

—Estoy para servirle —Abrió la puerta trasera y mire el interior, pensándomelo antes de entrar ¿Y si al subir, se veía algo que no debiera? — ¿Sucedes algo? —Pregunto mirándome preocupado.

La Esposa de mi HermanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora