Y si...?

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Este fue un extra que escribí a petición de las lectoras y la protagonista, quería sentirse mala y hacerle pagar a Ney todas sus maldades. Y si hubiera...?

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~Narrador~

Sus pensamientos están cargados de rencor. ¿Arrepentimiento? Ella no conoce eso, ni siquiera lo ha considerado, a pesar de los sermones que le han dado su hermana y el médico. ¿Quién se creen ellos? Es evidente que no la conocen, que no saben nada de ella.

Le han dicho que no podrá moverse de esa cama nunca. No podrá caminar ni valerse por ella misma. No puede creer que todo termine de esa manera, le resulta algo imposible absurdo y hasta cierto punto patético.

Cierra los ojos presa de la desesperación y en su mente vislumbra el rostro que más anhela volver a ver. El rostro de Jae.

― ¿Realmente valió la pena? ―La pregunta que lleva dando vueltas en su mente todo el día y que ha luchado por enterrar en lo más profundo de su cabeza, se materializa de pronto en forma de palabras. Pero no es su voz la que las ha expresado.

Abre los ojos y la encuentra junto a la puerta. ¡Es ella! Esa mujer, esa maldita mojigata, quien es la culpable. ¡Si la culpable! ahora que la ve ahí, lo sabe. Si ella no se hubiera cruzado en su camino, si ella no se le hubiera metido por los ojos a Jae, si jamás hubiera engendrado un bastardo, ni no existiera. Jae seria suyo, solo suyo, como debía ser.

― ¡Es tu culpa, maldita! ―Le grita furiosa, pero ella no se inmuta, ni siquiera un poco.

Sigue manteniendo la expresión fría... ¿fría? Algo ha pasado con ella, no parece la misma persona débil y patética que ha visto en dos ocasiones. Ahora luce distinta. Comenzando por su extraño atuendo, un vestido negro y el saco del mismo color, sin duda es algo pasado de moda y un poco siniestro. Siguiendo por su mirada es gélida y llena de odio. Bueno es algo de esperarse, después de que eliminara a su hijo, es lo más lógico que la odie. Pero su comportamiento es lo que más la intriga, mantiene oculto un brazo detrás de la espalda y avanza lentamente observándole con detenimiento. ¿Acaso siente lastima por ella? Ese pensamiento la enferma, sabe de sobra su condición pero ni siquiera en esas condiciones necesita su lastima, no quiere nada de ella. Porque si ha llegado hasta ahí, es precisamente gracias a ella.

― ¿No me digas que ahora me tienes lastima? ―Pregunta con tono burlón― No necesito tu compasión ―Dice manteniendo su dignidad. Pero entonces ve como sonríe ¿Que rayos?

― ¿Lastima? ¿Compasión? ―Repite con voz extraña y carente de emociones― ¿Crees que después de todo lo que has hecho... debo sentir eso por ti? ―Hay una extraña expresión en su rostro.

―Nunca se sabe, eres tan patética que podría esperarse. Pero déjame decirte algo, no me arrepiento de nada de lo que he hecho.

― ¿No? ―Pregunta con una sonrisa.

―No. Nunca, jamás me arrepentiría de haber matado a tu engendro. Ni de haber intentado asesinarte. Es más... si Max no hubiera estado ahí, en estos momentos estarías muerta. Y yo estaría con Jae...

― ¿Tu? ¿Aún no lo entiendes? Él jamás te quera...

― ¡Cállate! ―Exclama furiosa. Eso no puede ser, Jae la ama y solo a ella.

― ¿No me crees? Tengo la prueba aquí ―Dice acariciando su vientre.

―No me digas que has perdido la cabeza. Tu bastardo esta 3 metros bajo tierra... ¿Ya lo olvidaste?

― ¿No lo sabes? Estoy embarazada de nuevo ― ¡Miente! ¡Miente! Se repite desesperada. Tiene que ser una mentira.

― ¡No! ¡Mientes!

―Pregúntale a tu hermana, pregúntale y veras que no miento.

― ¡No! Maldita.

―Pero ¿Sabes que es lo mejor? ―La mira con rabia contenida. ¿Acaso solo ha ido a burlarse ella? ― Que tú nunca podrás dar a luz ―Sus palabras le caen como un balde de agua fría. ¿No podrá ser madre? Se pregunta mientras su cerebro procesa la información. "Vegetativo" "Estado vegetativo" Ese es su diagnóstico.

― ¡Cállate! ―Escucha como se mofa de su desgracia. ¡Ojala pudiera moverme y matarte! Piensa desesperada.

―Estas condenada a una vida de miseria...

― ¡No! ¡No! ―No quiere escucharla, no quiere oírla. Lucha por mover sus manos.

―Jamás podrás levantarte de esa cama...

― ¡No! ¡No! ―Es inútil, su cuerpo no responde y aunque gimotea y mueve su cabeza, no puede hacer nada para dejar de escuchar sus palabras.

―Estarás postrada en ella de por vida...

― ¡Cállate! ¡Cállate!

―Tu vida se reducirá a dar lastima a ser un estorbo...

― ¡Maldita! ¡Es tu culpa! ¡Todo es tu culpa! ―La aborrece con todo su ser. Ella es y ha sido su desgracia.

―Lo sé ―Sus palabras la dejan de piedra. Deja de mover el rostro y la mira. Está a unos pasos de ella y sonríe. Hay una mirada vesánica en sus ojos, una expresión demente que la deja pasmada― Y por eso mismo... ―Dice mientras muestra su brazo, dejando al descubierto un enorme cuchillo― Acabare con tu agonía y dolor...

― ¿Q... u... e? ―Tartamudea.

En otras circunstancias no lo creería. Pero su expresión diabólica le indica que no está bromeando.

―Si. Como yo soy la culpable. Te liberare de tu trágica existencia ―Levanta el cuchillo. Analiza sus posibilidades, no puede moverse, lo que significa que no puede defenderse ni escapar. Su única salida es pedir ayuda.

― ¡Aux...! ―Su intento de pedir ayuda se queda silenciado cuando pone un paño en su boca. Intenta morderla y zafarse, pero ha sido demasiado rápida.

―Nada de gritar ―Dice con una sonrisa burlona. Acerca la punta del cuchillo a su nariz― Prometo que no te dolerá.

Ney mira en todas direcciones. Como si la salvación estuviera oculta, como si pudiera encontrar algo que la ayude. Pero sabe que no existe nada como tal.

―Ahora ―Anuncia Hannia. Trepando a la cama y sentando sobre ella. Ladea la cabeza y la observa― Terminemos con esto... ―Sonríe y pasa el cuchillo por su garganta.

La poca sensibilidad que tiene su cuello, le indica que la sangre brota. Gime desesperada, pero su voz queda ahogada por la tela que cubre su boca.

―Jamás debiste subestimarme ―Le espeta Hannia con furia― Él era inocente, mi bebé nunca te hizo nada. Pero... ¡Tu! ¡Tú lo mataste sin piedad! ―Pasa la hoja del cuchillo por su mejilla y ve como brota la sangre.

― ¡Ah! ―Continua gimiendo mientras el pánico llena cada espacio de su mente.

―Es bueno saber que no te arrepientes, porque yo tampoco me arrepentiré ―Esta vez vuelve a pasar el cuchillo por su cuello. La herida es más profunda, la sangre sale a chorros.

Los ojos de Ney se salen de sus órbitas. Jadea con desesperación mientas la vida se escapa de su cuerpo. Su respiración se vuelve intermitente y entonces su corazón se detiene.

―Te lo dije ―Susurra Hannia satisfecha al ver como su mirada se ha quedado estática y sus ojos han perdido toda señal de vida.

La puerta se abre a su espalda, se gira y encuentra el rostro desencajado de Jae. Quien la mira horrorizado.

―Hannia... ¿Qué has hecho?


La Esposa de mi HermanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora