1: Quién me lo iba a decir

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Que serías la sangre de mi corazón

*

De tus labios, de tu tibio cuerpo

De tus noches, de tu fuego y de tu piel

De tu amor él era el dueño.

Tus caricias, todos tus secretos

El tesoro ajeno de tu dulce miel

Lo que nunca imaginé.

Quién me iba a decir

Que serías la lluvia y yo la tempestad

Quién me iba a decir

Que tenías la cura de mi enfermedad

Quién me iba a decir

Que serías la sangre de mi corazón

Quién me iba a decir

Que tenías la paz que tanto me faltó.

Por eso qué más da

Que la gente viene y va

Dime qué más da

Si tu vientre es mi verdad.

Por eso qué más da

Que este mundo esté al revés

Dime qué más da, si me besas otra vez.

Tú la inalcanzable, la imposible

La mujer que yo esperaba un día tener

La razón de mis deseos.

Tú la deseable, la impasible

Ángel prisionero de quien no te ve

La que yo siempre soñé. *David Bisbal

Unos rayos de sol se filtraron entre las blancas cortinas, por la ventana de la habitación de un departamento en Boston, y dieron de lleno en el rostro de un joven... Éste movió sus párpados perezosamente, renuente a abrirlos. Sin embargo la claridad con una inminente insistencia de no dejarlo seguir durmiendo, finalmente venció. Él se giró hacia a un lado, aún sin abrir los ojos aspiró en el aire el dulce e inconfundible aroma a rosas frescas que tanto lo embriagaba, con su mano buscó a su lado la suave piel que lo destilaba. Al no encontrar a la dueña, los abrió lentamente...

Pasó sus manos por su desordenado cabello rubio oscuro, entonces sus pupilas grises se encontraron con las marrones de una joven de cabello castaño claro, casi rubio. Una amplia sonrisa se dibujó en sus labios, ella también le sonrió. La chica venía entrando en la habitación vestida con un saco azul marino, blusa blanca, jeans y zapatos beige.

Hola, Dragón exclamó la joven, con una malicia traviesa.

Buenos días a ti también, Fresita respondió divertido. Hace mucho que en labios de ella el significado de su verdadero nombre le parecía agradable. Y aunque sonase loco, también gracioso. Esto se había convertido en una broma de ambos.

La castaña fue hasta el tocador y tomó una peineta dorada, que se colocó en el lado derecho de su forzosamente cabello lacio.

Hay un par de personitas, que están desayunando... Quienes dicen que tú prometiste llevarlas a comprar su disfraz de Halloween al Centro Comercial dijo viéndolo interrogante, y de cierta manera acusadora. Él asintió con una expresión de travesura, yendo hacia ella. Hey ¿Qué pasa? —preguntó el chico cuando la vio bajar la mirada y morderse cruelmente el labio inferior, borrándosele automáticamente la sonrisa.

La Sangre Que Nos UneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora