42: Hiding Words

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En el libro que estuvimos  escribiendo todos los días...
No busques las letras dolorosas escondidas en el medio
Porque tú eres la única para mí
Eres el regalo que el mundo me ha concedido
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RyeoWook

— London ¿qué tienes, nena? Desde anoche que salimos de La Madriguera has estado muy callada… Como si estuvieras… Triste —se atrevió a preguntarle Harry, cuando levantó de la mesa el plato de avena que ella apenas y había tocado; y con su mano libre le acariciaba la sien. Como toda respuesta London soltó un decaído suspiro, sin regresar a verlo.

— ¿Extrañas a tu mamá? Bueno… Me sorprendió, y me fascinó, el que le pidieras quedarte más tiempo conmigo. Pero sí es eso, si la necesitas… Sabes que ella vendrá hoy… ¿Quieres que la llame para que se apure a llegar? —titubeó inquieto Harry. London negó en silencio, y continuó con su carita gacha.

— Entonces sino te gustó la avena… ¿Quieres que te prepare otra cosa? —apuntó el ojiverde, con la preocupación haciendo estragos en su interior. London volvió a negar, y esta vez cerró por completo sus ojos ya que había mantenido sus largas pestañas cubriéndolos parcialmente desde hacía rato.

— Oh… —susurró Harry rascándose la nuca, porque ese estado en que se encontraba London en verdad lo tenía alarmado.

— Harry, ¿tú volviste con Ginny?... ¿Sí vas a casarte con ella? —soltó repentinamente London, abriendo sus ojitos y mirándolo fijamente.

— ¡¿Qué?!... ¡No!... ¡Por supuesto que NO! —exclamó impactado Harry, soltando sin pensar el plato de loza, el cual se hizo añicos al caer en el suelo y la avena se esparció formando un gran charco; pero él hizo caso omiso pues se echó de rodillas al lado de la silla donde London estaba sentada, y la tomó por las mejillas. Sintiendo un vuelco al corazón al notar que las pupilas de su hija estaban inundadas de lágrimas.

— ¿Y por qué ella se comportaba contigo como cuando era tu novia? —inquirió la pequeña castaña frunciendo el entrecejo, de la misma manera en que lo hacía Hermione.

— London… —musitó sin aliento Harry, apartando sus manos de las mejillas de su hija, como si fuera indigno de tocarla.

— Además la señora Molly pidió que brindaran por ustedes, y por su amor —señaló con su vocecita quebrada London, Harry observó con angustia que las lágrimas comenzaron a resbalar por las sonrosadas mejillas de la niña; y el corazón volvió a darle un vuelco, sintiendo también ganas de llorar.

— Escuchaste… — Él creía que su hija había sido ajena a aquello porque estaba distraída jugando.

— Sí —dijo con un hilito de voz London, y más lágrimas brotaron de sus ojitos esmeraldas.

— ¿Y por qué no me lo hiciste saber desde anoche? —preguntó Harry, el corazón le había dejado de dar vuelcos pero en vez de eso ahora lo sentía oprimido.

— Porque como mi mami tiene a… Draco. Pienso que tú también puedes tener una novia. Sólo que tú me dijiste que ya habías terminado con Ginny… Aunque creo que ayer que ella vino a buscarte volvió a ser tu novia, y no me quisiste contar. Pero no estoy enojada ni triste por eso, sino porque… —le explicaba London; desviando de pronto su mirada, sin atreverse a decirle la verdadera razón del por qué le tenía recelo a la chica pelirroja.

La Sangre Que Nos UneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora