25: Todo No Fue Suficiente

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*************************Ha*Ash

Draco llegó al segundo piso, con la sangre aún hirviéndole en las venas por haber tenido que ceder delante de Harry Potter; y sin embargo tuvo que recordarse por qué realmente lo había hecho. En ese momento alguien lo abrazó a la altura de su estómago haciéndolo salir de su ensimismamiento, cuando bajó la mirada descubrió unos iluminados ojitos grises dándole los Buenos días.

- ¡Hola, papi! - lo saludó París con una radiante sonrisa.

- ¡Hola, hermosa! - exclamó Draco, acariciando el cabello rubio de su pequeña hija.

- ¿Dónde estabas? ¡Me estaba aburriendo sola! - inquirió la niña, haciendo un puchero.

- ¿Aburriendo sola?... ¿Y tu hermana? ¿Y Luna?... ¿No se supone que ella las estaba cuidando? - respingó contrayendo el entrecejo Draco.

- Sí, pero las dos se quedaron dormidas - dijo soltando una risita París.

- Oh, vaya... - el rubio arqueó más la ceja, con ironía.

- Entonces decidí ir a buscarlos, a ti y a mami... ¿Dónde está ella? - preguntó la pequeña rubia.

- Allá abajo... - respondió inconscientemente Draco.

- ¡Vamos a buscarla, para desayunar juntos! - exclamó París, tomándolo de la mano y jalándolo hacia las escaleras.

- Me temo que deberemos esperar un poco - le sonrió, viendo su reloj, recordando con fastidio que Hermione se había quedado hablando con Harry Potter. París contrajo el entrecejo confundida, cruzándose de brazos. Draco sonrió nuevamente ante el gesto que había hecho su hija, casi de inmediato su sonrisa se borró cuando sus ojos se encontraron con la pequeña castaña, y ella tan pronto lo vio regresó corriendo a su habitación.

- ¡London! - exclamó Draco, advirtiendo que la niña cerró la puerta.

- ¿Qué pasa, papi? - preguntó alarmada París. Draco regresó a ver a la pequeña rubia, cuya mirada lucía preocupada. - Qué tal si te adelantas a buscar a tu mamá, yo... Yo iré por tu hermana ¿Sí? - dijo apresuradamente, dándole una rápida caricia en la mejilla.

- Está bien... - soltó un suspiro resignado París, dándose la vuelta caminó hacia las escaleras, aún muy confundida.

Draco se dirigió hacia la habitación de las niñas. Antes de entrar respiró profundamente mientras pasaba bruscamente sus manos entre su cabello.

- ¿London, sweet heart? - dijo el rubio, entrando en la habitación con prudencia, pero no obtuvo una respuesta; sus ojos grises se desplazaron por la estancia y se abrieron con sorpresa cuando se encontraron con Luna, quien estaba profundamente dormida sobre la alfombra, en medio de un montón de muñecas y juegos de té. Draco rodó los ojos con sarcasmo, y siguió buscando a London, hasta que la encontró detrás del sofá, al fondo de la habitación, aunque sólo vio cómo sus zapatos desaparecían en su rápido intento de esconderse. El rubio se dirigió hasta ahí, al llegar flexionó las rodillas para quedar a la altura de la pequeña castaña.

- ¿Por qué te escondes de mí? - preguntó atreviéndose a tomarla de la barbilla, intentando que lo viera, pero la niña no alzó su mirada.

La Sangre Que Nos UneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora