34:Hypnotic

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Make me feel like someone else
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Zella Day
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Él besaba su cuello con una pasión desmedida, dejando al paso de su boca manchas rojizas sobre la nívea piel de la chica, sus fuertes brazos la sostenían entre ellos, mientras sus manos se desplazaban por su espalda con salvajes caricias. Sus labios encontrándose, fundiéndose con intensidad, como lo estaban haciendo sus cuerpos… Entre jadeos y frenéticos movimientos, con el frío sudor desprendiéndose de sus poros, y las uñas de ella enterrándose en la pálida piel de la espalda del chico.

Las pupilas castañas de la chica se abrían desmesuradamente en el momento en el que ella alcanzaba su propio cielo. Segundos después lo sintió venir a su compañía, cuando él la aferraba más contra su cuerpo y su agitado aliento chocaba contra su oído. Al final se rendía agotada en los brazos que aún la sujetaban.

Él la acomodaba sobre la cama, para luego pasarle un mechón de su rojizo y húmedo cabello tras la oreja, en una especie de caricia, antes de dejarse caer exhausto a su lado.

La pelirroja sentía que la cabeza le daba vueltas entre aquel éxtasis que se deslizaba por sus venas... Con una sonrisa dibujada en sus finos labios se giró hacia su acompañante, entremetió sus dedos en los rubios cabellos del chico, observando que él tenía los ojos cerrados y una expresión satisfecha y relajada; en cambio ella se cuestionaba cómo es que ¡Él!, despertaba todas aquellas excitantes sensaciones en su ser, que precisamente Draco Malfoy fuera capaz de hacerla olvidar que ella era Ginevra Weasley y sentirse como alguien más. Repentinamente se estremeció, más allá del frío al que estaba expuesta por estar semi-cubierta sólo con una sábana; y es que incluso había algo más difícil de entender… ¡Cómo se había involucrado en aquella absurda e inverosímil situación!

Dos semanas atrás...

Ginny llevaba gran rato sentada en la sala de estar de una habitación de hotel, con las yemas de los dedos de su mano izquierda enrojecidas, se había estado mordiendo las uñas mientras lanzaba constantes y desesperadas miradas hacia la puerta. Su paciencia estaba por llegar al límite, y el imbécil con quien necesitaba hablar seguía sin hacer acto de presencia.

Pasaron unos irritantes minutos más, hasta que finalmente escuchó unos amortiguados toques en la entrada, como una flecha atravesaba la estancia y abría de golpe… Sus castaños ojos sacaban chispas, y su respiración era irregular. El recién llegado soltó una burlona risilla al notar el estado en el que se encontraba la chica, entrando de lo más sin cuidado en la habitación.

— ¿Se puede saber por qué tan divertido, idiota? —inquirió con reproche Ginny, dando un portazo a sus espaldas. Él la regresó a ver con fastidio, lo que ocasionó que el enojo en la pelirroja aumentara.

— ¡Se nota que estabas impaciente por verme! —la provocó el chico.

— ¡Ah! Tienes ganas de hacer chistes —ironizó Ginny, fulminándolo con la mirada.

— ¡Y tú qué estás de tan buen humor! —terció sarcástico.

— Pues ya que tú sí… Espero que lo que te voy a decir te haga muy feliz, Malfoy —subrayó incisiva Ginny.

Draco alzó las cejas. — Sólo dilo.

— No sé qué te haya inventado Hermione, pero por si no lo sabías… Harry va a pasar el día entero con su hija —espetó con sarcasmo y desdén Ginny.

La Sangre Que Nos UneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora