45: Dejáme Ser El Hombre A Tu Lado

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Lastimé a alguien que me amaba con todo su corazón

Yo era demasiado tonto.

Perderte me hizo darme cuenta cómo es la soledad.

¿Todavía piensas en ?

¿Todavía sientes algo por ?

¿O realmente nuestro tiempo se terminó?

¿Nuestros corazones siguen juntos?

¿Sigo aún en tu corazón?

¿Por qué? ¿Por qué todo terminó así?

Quiero que volvamos a estar juntos

Nunca volveré a hacerte daño.

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*****Mike D.Angelo

Harry se detuvo en el sendero del jardín, a escasos pasos de la puerta principal de la casa de los Granger. Él pensaba que ya se había acostumbrado a estar ahí, debido a que se la pasaba yendo por London, pero al parecer estaba equivocado, porque en este momento se sentía tan nervioso, tal como la vez que Luna lo llevó.

Respiró con profundidad antes de tocar la puerta… Misma que abrió Jean Granger, quien en cuanto se dio cuenta que era él su cara expresó disgusto, como siempre hacía cada vez que lo veía. A pesar de eso le dijo que le avisaría a Hermione que había ido a buscarla.

Mientras la señora Granger subió Harry se quedó esperando en el salón, no pudo evitar reparar en el librero junto a la chimenea, en el que estaban las fotografías que descubrió la primera vez que estuvo ahí. Durante el transcurso de ese mes había aprendido a ignorar las imágenes que le molestaban, se concentraba únicamente en las que aparecía London. Y precisamente la foto donde Hermione la sostenía en sus brazos, y que él pensó había sido tomada el día de su nacimiento, fue en la que su mirada se clavó. Ahora que conocía la verdad detrás de aquella foto, que su hija había nacido prematura y estuvo delicada. Sintió cómo nuevamente el dolor atravesó su corazón, y el punzón se quedaba ahí, hiriéndolo, recordándole que si no hubiese sido tan tonto… Hermione y London nunca hubieran tenido que pagar la factura de sus errores.

— ¡Harry! —fue la voz de Hermione la que lo sacó de sus pensamientos tormentosos.

— ¡Yo sólo quiero pedirte perdón una vez más! Decirte que me arrepiento de… —exclamó instintivamente Harry.

— ¿Viniste porque te arrepientes de haberme dicho que me amas? —terció la castaña con aparente serenidad, no obstante se mordía el labio sin piedad.

— ¡No, de ello jamás me arrepentiré!—negó rotundo. Y caminaba hacia ella, quien había permanecido en el umbral de la sala. — Porque es la verdad… ¡Te amo, Hermione! —exclamó Harry, muy cerca de ella, tanto que su aliento rozó su rostro. La castaña se estremeció, y contuvo sus ganas de alejarse. Los ojos esmeraldas habían conseguido fijarse en las pupilas marrones, y hacerle saber que aquellas palabras eran honestas.

— Sé que esta revelación está causándote un gran conflicto. Pero ya no quiero que sigan habiendo verdades a medias, ni malos entendidos entre nosotros —se apresuró a decir el ojiverde, retirándose un poco al notar que Hermione parecía incómoda con su cercanía, y él no quería que volviera a huir.

— Harry… —musitó Hermione, con la voz temblándole.

— Es lo que te quise gritar desde el día que te besé en La Madriguera, pero mi orgullo no me lo permitió. ¡Y es precisamente de lo que me arrepiento! Si ya había callado mis sentimientos por cinco años, adormeciéndolos por el rencor que tenía hacia ti, yo simplemente continué haciéndolo, esta vez por celos. Pero el rencor luego se convirtió en culpa, después de aceptar que si te habías ido fue por mi torpeza. Y el verte con tu familia… Me hizo consciente de que si en el pasado te lastimé, tenía que dejarte ser feliz. ¡Te lo debía!... Y te juro que intenté seguir ocultando este amor, puse todo mi esfuerzo, hasta que ya no pude soportarlo. ¡Me estaba volviendo loco! Por eso te volví a besar en la terraza de mi casa, por eso te besé esta mañana, por eso vine… Hermione, no puedo esperar que me des una oportunidad, y sin embargo es exactamente lo que quiero. Que me dejes ser el hombre a tu lado —Harry terminó de hablar, su respiración era agitada, y en sus ojos esmeraldas las lágrimas que se acumularon los hicieron brillar de una manera vulnerable.

Hermione sentía que su corazón latía frenético. Desde que había descubierto que amaba a Harry más que como amigo deseó que él algún día sintiera el mismo amor por ella, soñó con el momento en que le pidiera que estuviera con él para siempre. Pero después de aquella mañana de invierno el hermoso sueño que se había cumplido al estar en sus brazos, se convirtió en una pesadilla cruel. Y ahora Harry estaba ahí, repitiéndole que la amaba, justo como se lo había confesado esa mañana. Y pidiéndole que le diera una oportunidad.

— Harry, ha sido demasiado lo que nos ha pasado. Muchas las heridas que nosotros mismos hemos abierto...—pronunció casi como un susurro Hermione.

— Yo no te estoy obligando a nada. Sólo necesitaba que lo supieras… Y que voy a mantenerme luchando —dijo con determinación el ojiverde, atreviéndose a sujetarla de las manos. La castaña se mordió con más ansiedad el labio inferior, y por sus mejillas comenzaron a resbalar lágrimas. Harry la miró alarmado.

— Y yo… ¡Ya no quiero que mi corazón continúe sangrando! —exclamó Hermione, sus manos lo soltaron. Y en un rápido movimiento se lanzó hacia él como solía hacerlo siempre que lo abrazaba, pero esta vez sus brazos se sujetaron por encima de su nuca atrayéndolo hacia ella y besándolo.

La Sangre Que Nos UneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora