18: Como Duele

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Si alguna vez jugué al amor en esta vida
Sin quererlo, sin pensarlo.
Si en ese tiempo
De mis años inconscientes
Quedó un alguien lastimado.
Ya lo he pagado, ya está saldado
Con cada beso y el amor que te estoy dando.
Si de repente por ahí miré una flor y me dio por arrancarla
Si hubo un amor que sin reservas me dio todo, y lo di por ignorado.
Ya está saldado, lo estoy pagando
Con cada vez que te acomodo entre mis brazos
Y es contigo con quien duermo
Y me duele la raíz de mis entrañas
Que un beso antes que yo alguien te daba
Me calcino de pensarlo si podré al fin superarlo.
Como Duele que la luna no te la haya yo enseñado
Que volaste hasta una estrella de otra mano.
Y si yo me he equivocado
Por mi Dios que está saldado
Desde el día en que te tuve
Y que te amé.

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Luis Miguel
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Por fin llegaron a la casa de los Lupin, justo cuando los últimos vestigios del atardecer iluminaban el cielo…
Regresar conduciendo había hecho que el enojo del rubio aminorara un poco, o quizás sólo se contuviera. Pero los nervios de Hermione se mantuvieron intactos; ella pensaba en todo lo que había sucedido en casa de los Weasley, sobre todo en aquel beso forzado… O al menos trataba de converse a sí misma de que así había sido; sería espantoso aceptar que en el fondo de su ser ella deseaba que Harry la besara.
El ruido del motor al apagarse la sacó de su ensimismamiento, Draco bajó de la camioneta pero sin regresar a verla, y ella de reojo notó que tenía el rostro acalorado. En el asiento trasero las dos niñas se habían quedado dormidas; y él sacó en brazos a la pequeña rubia.

- Voy a llevar a París adentro – le avisó con voz áspera, y ella asintió por inercia; luego soltó un suspiro para tratar de serenarse. Entonces escuchó que una puerta se abrió de nuevo, y vio por el espejo retrovisor cómo Severus Snape bajaba cargando en sus brazos a London… Hermione también salió de la camioneta, para encontrarlos de frente; cruzó unos leves instantes su mirada con la de Snape, que había asentido como si le dijera que todo estaba bien.

Ella le acarició la frentecita a su hija, notó que en sus mejillas había un rocío, además de que junto con su naricita estaban muy sonrosadas. Sabía perfectamente que London había estado llorando por el incidente del unicornio y por la discusión que tuvieron sobre Harry. Snape negó dando a entender así su desacuerdo; entonces se acomodó a la niña sobre el hombro para llevarla al interior de la casa. A Hermione aún le sobrecogía ver cómo él trataba a su hija, con una especie de devoción, como si en verdad fuese su nieta.

La castaña volvió a soltar un profundo suspiro, y los siguió… Parados en la entrada estaban Theodore y Tracey, los saludó con una leve sonrisa y el chico por educación asintió con la cabeza, sin embargo la rubia le lanzó una gélida mirada; casi pudo percibir el resentimiento en ella, y no quería pensar que podía ser odio. Tal vez era su alucine, pero en serio sentía que a Tracey le caía mal; debía ser las aversiones pasadas de haber pertenecido a Gryffindor y a Slytherin respectivamente.

Draco subió a París a la habitación donde había dormido con ella la noche anterior; mientras la acomodaba en la cama la niña entreabrió sus ojitos grises…

- ¿Ya llegamos? – preguntó adormilada, él sonrió instintivamente.

- Shuss, descansa hermosa…- susurró Draco, acariciándole su cabello rubio platino y depositando un paternal beso en su frentecita; la pequeña continuó durmiendo.

En ese momento Snape entró en la recamara con London profundamente dormida sobre su hombro, Draco se giró para recibirla pero Severus no se la entregó y fue él quien la acostó en la cama.
El rubio lo quedó viendo con el entrecejo fruncido. - En verdad se está tomando en serio esto de que está a su cuidado, pero usted será su guardián no su nana – aclaró con un dejo de irritación en la voz.

La Sangre Que Nos UneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora