37: Your Guardian Angel

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Las temporadas están cambiando
Las olas se están estrellando
Y las estrellas están cayendo, todo por nosotros.
Los días se hacen largos y
Las noches cortas.
Puedo enseñarte
Que seré el único que
Nunca te dejaré caer
Estaré contigo siempre
Estaré ahí a pesar de todo
Incluso si salvarte me envía al cielo
Porque tú eres mi amor verdadero
Eres mi corazón entero.
*************************************Red Jumpsuit Apparatus.
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— Yo también te amo tanto… Papá — susurró con su tierna vocecita London, Harry sonrió sin querer abrir los ojos, creyendo que lo que acababa de escuchar había sucedido en sus sueños. Pero entonces la suave caricia que sintió sobre la cicatriz en su frente lo hizo terminar de despertar, de golpe alzó su cabeza y se encontró con los ojos esmeraldas de London viéndolo dilatados, sus propios ojos también la miraron muy abiertos.

— ¿Dormiste bien? —preguntó London, mirando con aprensión la silla en la que Harry estaba sentado.

— ¡Mejor que nunca!… Porque estás aquí —exclamó Harry. London pestañeó sonriendo, él soltó un suspiro que sin querer fue nostálgico.

— ¿Qué pasa? —volvió a preguntar la niña, su sonrisa se atenuó.

— Nada, es sólo qué creí escucharte decir algo muy hermoso... Pero sólo fue un sueño. Uno muy bello… —Harry le brindó una sonrisa, que por más fue de añoranza.

— ¿Qué dije en tus sueños, papá? —quiso saber London.

— ¿Qué acabas de decir? —respingó Harry con las pupilas dilatadas y el corazón latiéndole frenético.

— ¿Qué dije en tus sueños? —repitió la pequeña castaña.

— No, me refiero a… Repite lo último, por favor —pidió Harry sin aliento.

— Papá —dijo London sonriéndole radiante.

— London… —exhaló Harry, y por sus mejillas comenzaron a resbalar lágrimas de emoción.

London se lanzó a sus brazos, como ya era una costumbre en ella. — ¡Te amo, papá! —le dijo en el oído, cerrando sus ojos y recargándose en su hombro; aferrada a él como si ahí fuese su lugar más seguro en el mundo.

Harry respiró lentamente… Si cada momento al lado de London, cada palabra suya que había sido para él, eran las cosas más hermosas que le habían sucedido en la vida… Lo que ahora sentía en el corazón por escucharla llamarlo papá, era felicidad infinita e indescriptible.
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Luna estaba de visita en casa de Los Granger, ayudaba a Hermione a doblar unas sábanas, cuando la castaña soltó un profundo suspiro…

— ¿Y ese suspiro? —preguntó curiosa la rubia, mirándola con sospecha.

— La verdad es que me gustaría ver cómo están pasándola London y Harry —confesó Hermione, mordiéndose el labio.

— ¿Y por qué no vas a averiguarlo? —la instó Luna.

— ¡Por supuesto que no!… Prometí respetar su tiempo juntos —negó escandalizada Hermione.

La Sangre Que Nos UneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora