38: Si es así como sientes

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Miente
Dime que me amas
Júrame que nunca
Piensas alejarte de mí
Miente
Véndame los ojos
Grábate muy dentro
Que si tú me dejas
No podré vivir sin ti
**************************************Enrique Iglesias

- Hermione... -pronunciaron sus labios, sus ojos esmeraldas se abrieron de golpe en la penumbra, Harry se incorporó con la respiración alterada y el corazón latiéndole con violencia.

- ¿Vas a seguir así? -increpó la voz en su cabeza.

- No, no puedo continuar soñando con ese beso. Volviendo a sentir su indiferencia una y otra vez... ¡Esto terminará por volverme loco! -exclamó irritado Harry, pasando bruscamente sus manos por su cara, que estaba bañada de sudor frío.

- Eres un genio, Potter... ¿Cómo querías que reaccionara si la tomaste por sorpresa? Se suponía que acababan por millonésima vez de decirse que iban a ser realmente amigos, y de pronto tú le plantas un beso -ironizó la voz.

- ¡No, esto es todo! Era lo último que necesitaba para comprobar que ella ya no siente nada en absoluto por mí, que el amor que alguna vez estuvo ahí definitivamente ya no me pertenece. Y estaré bien -concluyó Harry, intentando sonar conforme.

- Bien, entonces... Eso es, déjala ser feliz -terció con simplicidad la vocecita en su cabeza.

- ¡Eso haré! -exclamó con firmeza Harry. - Ya me lo había jurado, pero no, tenía que faltarle al respeto a Hermione -bufó recriminándose.

- ¡Eres un idiota!... Pagamos estos seis años sin ella y sin London, y tú no has aprendido nada. Todos los errores que has cometido han sido porque no sabes explicar lo que sientes... Pero ahora tienes que ir y decirle la verdad a Hermione, si en serio la perdiste al menos lo sabrás de sus propios labios, no de tus conclusiones estúpidas -le riñó la voz. Harry presionó sus sienes con sus manos, y tras soltar un prolongado suspiro, asintió. Se deshacía con desesperación de las sábanas dispuesto a ir a ver a Hermione.

Mientras se cambiaba el cielo comenzó a clarear, cuando terminó de ponerse el suéter se fijó que eran apenas las siete de la mañana, London debía seguir dormida. - ¡Genial! No la iba a despertar. Y siendo sincero, no quería que volviera con su mamá tan pronto. Sí, había quedado de acuerdo con Hermione de llevársela ese día, pero por la tarde. Y a todo esto, ¿cómo le haría para hablar con ella sin tener que devolverle a London? Bueno, al parecer tenía que esperarse. ¿Podría contener sus ansias hasta el atardecer? Mientras estaba debatiendo consigo mismo el timbre del departamento sonó, y no le quedó de otra que ir a averiguar a quién se le había ocurrido visitarlo tan temprano. Seguramente era Ron -pensó sarcástico.

- Harry, necesito hablar contigo -exclamó la recién llegada, empujándolo para entrar en la estancia.

- ¿Ginevra? Ahora no tengo tiempo -atinó a decir Harry, estaba atontado porque ella había aparecido ahí sin que él se lo esperara.

- Por favor, es urgente- insistió Ginny, lucía verdaderamente angustiada.
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La luz del amanecer hacía brillar las cristalinas pupilas marrones de Hermione. - ¿Por qué me besaste, Harry? -musitó, acariciando sus labios. Una noche más había soñado con el beso que él le había dado hacía días, y a la vez le parecía como si hubiese ocurrido mucho tiempo atrás.

La Sangre Que Nos UneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora