SAGA SEDUCCIÓN: Jaque al Rey.

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Sanem iba a replicar pero no tuvo oportunidad. La puerta del despacho se abrió estrepitosamente tolerando la invasión en grupo del equipo creativo.

Desconcertada por la súbita interrupción, Sanem le lanzó una mirada interrogante a Can.

-- Es por la reunión de contenidos de ScandixMode. - Le aclaró sin levantar en exceso la voz para que los demás no se enteraran.

-- Es verdad. Ya no me acordaba. - Se llevó la mano a la frente lamentándose de su mala suerte. - Qué sepas que eres una mala influencia. - Le recriminó señalándole con su dedo acusador.
Deren y el resto de integrantes fueron colocándose cada uno en sus sillas habituales quedando Can como intermediario entre ambas mujeres.

-- ¿No hace mucho frío aquí? - Interpeló Deren a los dos más antiguos ocupantes de la habitación los cuales negaron con la cabeza restándole valor.

-- Pero si el aire debe estar bajísimo. A ver dame el mando. - Le extendió la mano a Sanem como si de un mandamiento se tratara.
La pantalla del aparato marcaba una cifra muy por debajo de los estándares establecidos por ley.

-- ¡Madre mía! ¡Pero si esto es un congelador! ¡Vamos a coger una pulmonía! - Liberó sus quejas al viento puesto que nadie la escuchaba realmente. Estaban tan acostumbrados a ella y sus manías que desde que entraban hasta que salían de la agencia apagaban el interruptor cuyo nombre rezaba Reina de las nieves.

-- Deren, no pasa nada. Súbelo un poco y enseguida dejarás de notarlo. - Intervino Can conciliador para aplacar el enfado que estaba surgiendo en el tenso pero hermoso rostro de su chica.

Como el jefe supremo había intervenido cortándole las alas, no podía más que callarse y obedecer.

Un sociable CeyCey aparecía por la retaguardia portando en una bandeja botellas de agua, dos vasos de té y una taza de café.
Nada más entrar, una nebulosa energética le zarandeó haciéndole casi perder el equilibrio.

-- No...puedo... No puedo... estar aquí...me quema... - el histerismo contraído le hacía balbucear.

A trancas y barrancas logró recorrer el trayecto más corto sin que el suelo acabara atacado por un tsunami multicolor el cual finalizaba calibradamente en el trozo de mesa que pertenecía a Can. A medida que se acercaba al epicentro, el calambre era mucho más agudo, no pudiendo ni siquiera rozar la capa troposférica que le envolvía.
Deren, pese a estar acostumbrada a sus excéntricos comportamientos, al verse con el café encima, como acto reflejo le reprendió para que se centrara en lo que estaba haciendo.

-- ¡CeyCey! ¡Mira por dónde vas hombre! ¡Casi manchas mi vestido! Y te advierto que vale tanto como tu sueldo de 3 meses.

El muchacho, aun aturdido, consiguió contestar.

-- Lo... siento... mucho... pero... ten...go... que...sa...lir... - se alejó lo más que pudo de él, maltrecho, trastabillado bajo la patidifusa expresión de sus jefes.
Can se levantó inquieto de donde estaba para intentar ayudarle; pero contra más acercaba, más rápido huía él.

-- Este chico cada día me preocupa más.- Confesó Can señalando con su mano "Rock" la puerta por donde este había desaparecido.
Su compañera hizo el gesto de quitarle hierro al asunto.

-- No le des demasiadas vueltas. CeyCey es un chico muy fóbico y a veces le asaltan estas crisis de ansiedad. Se le pasará.

La confianza indiferente desde la que estaba hablando imbuía a una espectadora de ojos azabache de una ira reprimida que estaba a punto de saltar.

-- No sé si usted ha sufrido alguna vez una crisis de ansiedad pero le confirmo que agradecería no estar sola. - Se levantó con ímpetu mirando retadora a su inmediata superior. - Y ahora, si me disculpa voy a ayudar a mi amigo.

Erkencikus: Escenas CanemDonde viven las historias. Descúbrelo ahora