Erkencikus: Escenas Canem

SAGA CICATRICES 5: Cicatrices

El eco de sus palabras retumbaba cada vez con más vigor dentro de su mente.

Era insoportable.

El rostro de Sanem se compungió mientras apretaba con las manos sus oídos.

‐- ¡Basta! ¡Parad ya! ¡No puedo más! - Rompió a llorar dejando que sus rodillas se anclaran en la arena.

Y entonces... un sonido opuesto llegó hasta ella. El mar le estaba susurrando. Era como un canto hipnótico.

Dirigió sus pasos hacia la orilla, lenta, con la mirada perdida. Un reguero de espuma blanca le dio la bienvenida.

La baja temperatura del agua no mermó su idea; siguió adentrándose sin cesura.

Sumergió su cabello ondulado bajo aquel manto opaco anulando el sentido de la vista.

Y de repente, el estruendo se extinguió. Los aullidos fueron diseminándose como acuarela impregnando el cartón.

Su cuerpo flotaba sucumbido por un murmullo constante, apaciguador. El bramido del océano llegaba a ella como una reverberación embistiendo contra el acantilado.

Sonaba lejano, confuso... y sin embargo tan lleno de paz.

EN OTRO LUGAR NO MUY LEJANO...

Con pasos ágiles y contundentes llegó hasta su furgoneta. Cerró la puerta con violencia intentando justificar un porqué.

Secó sus mejillas humedecidas tapándose el rostro durante unos instantes.

Aquella frase le perforó el corazón como una taladradora.

‐- ¡¿Cómo ha sido capaz?! ¡¿Cómo?! - Para él, que Sanem hiciera eso, era incoherente e irracional.

Se llevó la mano a su bolsillo trasero del pantalón. Necesitaba coger un objeto de alto valor sentimental para él.

Era su ilusión, su consuelo.

Al llevarlo hacia adelante, de reojo observó que un papel se había caído.

Se agachó para saber de qué se trataba... con solo tocarla supo que era la carta de Sanem.

Cerró los ojos apretando los labios.

Le abrasaba sostenerla entre sus dedos. Simbolizaba su caja de pandora e irónicamente quería releerla de nuevo.

Extendió aquellas hojas ante sí con la voluntad de entender y aceptar aquella deslealtad desde otro ángulo, desde un dolor antagonista.

"Ojalá pudiera retroceder atrás en el tiempo. Detenerlo en aquel palco; aquella noche donde todavía eras feliz".

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"Ojalá... nos hubiéramos conocido como dos amantes corrientes. Chocando en un parque o peleando por el último trozo de helado en una tarde de verano".

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"Me enamoré de ti sin verte... Te quise aun creyéndote canalla traicionero... y te amaré hasta que mi luz se extinga".

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"Ojalá... algún día... puedas perdonarme".

Una lágrima se precipitó sobre la cuartilla estropeando la pulcra caligrafía; no había sido consciente de lo mucho que le estaba afectando.

Era incapaz de seguir leyendo. No podía ni tenerla cerca por lo que abrió la guantera encajonándola junto con sus gafas.