Tras esa charla a corazón abierto que habían tenido cayeron agotados, abrazados el uno al otro, en un profundo sueño. Un par de horas más tarde, el estómago de Sanem empezó a rugir. Tenía hambre, mucha hambre... tanto que consiguió despertarla.
Al principio se quedó inmóvil, divagando entre si debía levantarse o no. Si lo hacía, tenía dos grandes problemas encima:
1.- Quitarse a ese guapo pero pesado oso de encima.
2.- Arriesgarse a ser encontrada in fraganti.Era increíble que le tuviera casi tanto miedo a la ira de Can como a las broncas de su madre.
Mientras sopesaba los pros y contras, su órgano glotón empezó una nueva serenata.
-- Sí, ya sé que tienes hambre, pero si nos pilla, nos matará.
Can se movió ligeramente provocando que el pobre corazón de Sanem casi se detuviera. Con el susto en el cuerpo decidió esperar un poco para ver si se despertaba a no. No... no se ha despertado. Falsa alarma. Un suspiro de alivio emergió de lo más profundo de su alma.
-- Sé que está mal pero me muero de hambre. Llevo dos días solo a suero. Si sigo así las modelos serán albóndigas rellenas a mi lado. - Y un nuevo rugido hambriento emergía de nuevo.- Lo siento, perdóname pero necesito hacer esto.
Decidir qué hacer había sido la parte fácil. La difícil venía ahora: Quitarse a su chico de encima sin que se despierte.
"¿Qué hago? ¿Qué se hace en estos casos? ¿Chasquear con la lengua? No, eso es cuando roncan. ¿Y si le doy una patadita suave? Me la devolvería seguro. Entonces sólo me queda una opción. Deslizarme suavemente sin que se dé cuenta".- Intentó sacar una pierna pero el peso que tenía sobre ella era considerable, no iba a ser una tarea sencilla.- "Por dios bendito qué come este hombre, ¿piedras?"
Cerró sus hermosos ojos marrones tan fuerte que casi le dolían y no era para menos, se estaba jugando su integridad física al completo. Un movimiento más brusco de lo necesario y sería mujer muerta.
En un momento dado, le pareció escucharle susurrar algo.-- Shhh, duérmete niño, duérmete ya, que si no vendrá el coco y te comerá.... - nunca le gustó esa nana pero en esta ocasión era la mar de acertada.
"Bien, ha vuelto a dormirse"
Y así, pasito a pasito, con la sutileza y delicadeza que caracterizan a un bello cisne, fue liberándose de la adorada prisión que la mantenía cautiva.
"Por favor que no se despierte." - rogó al cielo con mucha entrega y fervor.
Cuando por fin tocó suelo firme, contuvo la respiración.
"Tranquila Sanem, no pierdas la calma, mantén la concentración. Brownies de chocolate, brownies de chocolate..."
Con ese pensamiento en bucle e intentando que sus pies parecieran una gacela en apuros, consiguió llegar al pasillo. Durante unos segundos se quedó quieta, casi sin respirar. Necesitaba ver que todo seguía en calma. Al no escuchar ningún ruido supuso que no había moros en la costa.
-- No me lo puedo creer, lo he conseguido. ¡Bien! - rebosante de entusiasmo, hizo un gesto muy demostrativo de lo genial que se sentía en ese momento, disponiéndose a terminar su misión "asaltar brownies de choco".
Esa misma mañana, sin que Can o Akif se dieran cuenta, robó unos cuantos brownies de la caja. Tal vez robar queda muy feo, los tomó prestados sin fecha de devolución sería más ajustado a la realidad. No se sentía orgullosa de lo que había hecho pero merecería la pena. Oh cómo iba a disfrutar este momento. Abrió muy despacio las puertas de un pequeño armarito que había justo al lado de la nevera. Los guardó en ese escondite porque sabía que Can nunca lo usaba y por lo tanto no podría encontrarlos.
Ya únicamente el olor conseguía que su boca se hiciera agua. Desde luego tenían una presencia muy buena, la mujer de Akif debía ser buena cocinera.
Cogió el plato entre sus manos como si de algo muy delicado se tratara.-- Madre mía, qué pinta tienen.- mordió su labio inferior como muestra del placer que estaba aflorando en su interior.
Cuando probó el primer bocado ya todo lo demás le daba igual. Ese sabor a chocolate intenso mezclado con almendras tostadas, esa textura mitad bizcocho mitad volcán... definitivamente estaba en el cielo, aunque debía admitir que había un deje un tanto amargo que estaba estropeando su momento erótico gastronómico.
Cuando su lengua sabía más a césped que a chocolate, abrió la nevera para poder beber algo que le quitara ese desagradable mal sabor.
-- Nunca pensé que agradecería beber un poco de suero de naranja. Argh, qué mala combinación.- sacudió su cabeza en señal de repulsa.
Como ya había saciado su hambre y todavía tenía sueño, nada mejor que seguir durmiendo entre los brazos de su amado. Cerró con suavidad la puerta de la nevera cuando una figura imponente aparecía ante ella.
-- ¡Ahhh un fantasma!- gritó asustada mientras se protegía de su agresor.
Al ser consciente de que no era un fantasma sino algo mucho peor, adoptó una postura sumisa y conciliadora. Podía ver cómo la expresión facial de Can pasaba de "no me puedo creer que estés aquí" a "voy a matarte sin piedad".
-- Voy a preguntártelo solo una vez. ¿Qué haces aquí?- su tono de voz era seco, firme, cortante como el hielo.-- He venido a por algo de beber. Tenía sed.- en contraste con la suya, la de Sanem era aplacada y pausada.
Can adoptó una postura intimidante: Mirada asesina, pecho fuera, manos en la cintura. La situación no estaba a su favor, claramente.
-- Tienes chocolate en la barbilla.
Ella instintivamente se limpió y ese fue su peor error, había caído en la trampa. Cerró los ojos maldiciéndose a sí misma.
-- Puedo explicarlo. Te lo juro.
Sabía que intentar justificarse era una medida muy desesperada, pero en aquel instante un único pensamiento rondaba su cabeza: apaciguarle.
-- No me expliques nada. No me hace falta. Confié en ti y me has fallado.
-- Can, lo siento mucho, pero es que tenía mucha hambre. Llevo dos días sin comer apenas nada. Mi cuerpo estaba desfallecido.
-- Claro que lo estaba. Es lo normal Sanem. Es un ciclo que no se puede romper. Mañana iba a empezar a darte comida pero ahora lo has estropeado todo.
En la oficina le había visto enfadado pero ahora veía algo en sus ojos que antes no: decepción y eso dolía.
-- Can... mírame...- la rehuía, no era capaz de mirarla a la cara y ese era su peor castigo. Prefería que le gritara, que se desahogara sacando lo que guardaba dentro pero su indiferencia... era una flecha envenenada directo a su corazón.
-- ¡Sanem... se acabó! Voy a hacer lo que debería haber hecho desde un principio.- sin darle opción a oponerse, cargó con ella sobre sus hombros dirigiéndose hacia su habitación.
-- ¡Can! ¡Espera! Piensa que es de noche, hace mucho calor, me derretiré y los vecinos me grabarán en video y acabaré en YouTube.- como implorar a su compasión no estaba dando resultado, pasó al plan B: reconocer el error y suplicar. - ¡Can! ¡Perdóname por favor! ¡No lo volveré a hacer! ¡Te lo prometo! ¡Haré lo que me pidas durante un mes sin rechistar pero no me dejes!
-- ¿De qué estás hablando?- preguntó desconcertado por sus gritos.
-- ¿No ibas a echarme a la calle?
-- No, aunque ganas no me faltan. - rudo pero sincero, así era Can Divit.
Una vez dentro de la habitación, fue dejándola caer con cuidado hasta el suelo.
-- No te muevas de aquí o te juro que te ato a la cama. - le dijo en tono amenazante apuntándola con el dedo.
Una risa tonta hizo aparición en ella provocando que su enfado en vez de disminuir, aumentara exponencialmente.
-- ¿Te hace gracia?
-- Sí... un palo atado a la cama...- Y la risa continuaba...
![](https://img.wattpad.com/cover/195887998-288-k587988.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Erkencikus: Escenas Canem
FanficMi última obsesión se llama Erkenci kus o Pájaro Soñador si eres de España. Quiero compartir con vosotros algunas escenas de nuestra pareja protagonista favorita. Can & Sanem. Son momentos que nos hubiera gustado ver en la serie tal como siempre l...