Sanem descansaba en la cama. Estar allí postrada todo el día no estaba siendo agradable. Su ánimo estaba bajo en contraste con sus nervios que eran un puro volcán.
La idea de hacerse más la enferma ante Can para recibir sus mimos no estaba resultando como ella esperaba.
Misión fallida.
Cuando estaba dispuesta a salir un rato al jardín para recibir al menos la luz del sol, escuchó el inconfundible sonido de la cerradura abriéndose, por lo que rápida y veloz tuvo que meterse de nuevo en la cama y colocarse aquella odiosa manta que no hacía otra cosa más que aumentar la temperatura que tanto trabajo le había costado bajar debido al constante sofoco interno que padecía desde que permanecía en esa casa.
Can abrió la puerta con cierta dificultad, había comprado más de lo habitual, quizás demasiado, pero no quería que a su invitada especial le faltara de nada. Quería cocinar para ella platos saludables y adaptados a su nuevo estado de salud, aunque eso le costara otra batalla campal.
Al pasar por delante de su habitación se quedó parado unos segundos por si lograba escucharla relatar consigo misma tal y como había coincidido otras veces, pero no, todo estaba en silencio.
-- ¿Sigues viva? - preguntó desde el pasillo
-- Para mi desgracia sí. - le gritó ella.
Can miró al cielo clamando paciencia, mucha más paciencia.
Antes de empezar una nueva guerra entró en la cocina, soltó las bolsas, cogió una manzana roja como la sangre y la lavó un poco debajo del grifo para quitarle cualquier rastro de polvo o tierra que pudiera tener.
Inspiró con fuerza justo un segundo antes de adentrarse en la estancia. La iba a necesitar.
-- Aquí llega su príncipe azul con un obsequio para la princesa.- sonriente y calmado le ofrece la manzana que acababa de adquirir.
El rostro de su chica pareció iluminarse momentáneamente, la falta de alimento estaba haciendo estragos en ella.
-- Oh ¡gracias! Me muero de hambre.
Con ansia y casi sin respirar dio su primer gran bocado. La felicidad desmedida que había invadido su rostro fue desfigurándose hacia una mezcla extraña. Can que se había sentado a su lado en la cama la observaba con curiosidad.
-- ¿Le ocurre algo a la manzana? ¿No está buena? - preguntó extrañado por su reacción.
Aún con restos en la boca Sanem farfulló algo.
-- Está rugosa.
-- ¿Rugosa?
-- ¿Puedes pelarla por favor?
-- Te pregunté qué manzana querías y me dijiste que las rojas porque te gustaban ácidas y no tendría que pelarlas.
-- Sí, es cierto pero me refería a las rojas jóvenes no a las viejas y rugosas. Esta piel es vieja.
Indignada, se lo intentaba mostrar para que no la pusiera de loca pero sin demasiado éxito.
-- Piel vieja y rugosa... - susurró mientras daba vueltas a la fruta entre sus manos.
Una cierta desgana empezaba a invadirle.
-- Por cierto... ¿Por qué no tienes tele aquí? Tanto dinero y tantos lujos y no tienes una puñetera tele en el cuarto.
-- ¿Te aburres?
-- No... - su tono no estaba exento de ironía. - ya me estoy haciendo amiga de la araña que hay en el techo. Voy contando las hileras que va haciendo. Hoy ha hecho 5. Todo un récord. - sonreía sarcástica.
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Erkencikus: Escenas Canem
FanficMi última obsesión se llama Erkenci kus o Pájaro Soñador si eres de España. Quiero compartir con vosotros algunas escenas de nuestra pareja protagonista favorita. Can & Sanem. Son momentos que nos hubiera gustado ver en la serie tal como siempre l...