24. Desconexión

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La mañana era tranquila y silenciosa, de aquellas que Jungkook adoraba últimamente.

Cuando la cama parecía tragarle por las mañanas en los últimos años de su vida, era una fuerza más grande que él, violaba su propia voluntad y no le dejaba opción.

Su subconsciente le seducía, susurrándole que se quedara pajo las sábanas por más tiempo, por horas, que era lo mejor que podía hacer con su vida porque no había nada mejor para él fuera de sus mantas.

Pero, un antes y un después fue marcado por aquel chico de cabellos anaranjados, y entonces Jungkook adoraba genuinamente las mañanas en su cama, las elegía por sí mismo, con un sentimiento de paz que le permitía disfrutar ese instante sin pesares secundarios. Las mañanas ya no eran un martirio desde que despertaba diariamente con el calor del cuerpo de Jimin pegado al suyo.

Esa mañana Jungkook estaba profundamente dormido y poco a poco fue traído al presente, yéndose del mundo de los sueños, por una sensación extraña que le generaba cosquillas en la nariz. Claro que la arrugó a penas lo notó, y no planeaba abrir los ojos para ver de qué se trataba. Refunfuñó y frotó su rostro contra la almohada para continuar durmiendo.

Sin embargo, sus esfuerzos fueron ignorados y volvió a sentir algo cálido y suave en su rostro. Otra vez cosquillas. Se restregó el rostro con la mano para alejar aquella invasiva presencia y notó una textura singular al tacto.

Frotó sus ojos para lograr abrirlos.

Se congeló por unos segundos, observando cara a cara a aquel pequeño individuo a unos cortos centímetros de su cara. El felino le miraba con sus ojos grandes y amarillos muy fijamente, acercando su nariz a la suya y luego frotándose amistosamente contra su rostro.

El pelinegro parpadeó confundido y con sus manos tomó al gatito de color naranja cobrizo y lo alzó, observándolo estupefacto.

- ¿Quién eres tú? – le preguntó acercándole a su rostro y volviendo a tocar sus narices – Nunca te he visto por aquí – sonrió levemente al ver cómo el gato le miraba tan atentamente y ronroneaba. Fue entonces que miró a su alrededor y se percató que Jimin no estaba allí. Por un momento sintió el pánico palpitando en su pecho al verse sólo súbitamente. Cuando Jimin hizo presencia entrando por la muerta con una cálida sonrisa, el alma le volvió al cuerpo.

- Ya se conocieron, por lo que veo. Buenos días, bebé – sonrió, más brillante que el sol.

- Buenos días. ¿De dónde ha salido esta bola de pelos?

- ¿No te gusta?

- Claro que me gusta, es muy lindo

Jungkook dejó al gato nuevamente sobre su colchón y éste no tardó en acurrucarse contra su cuello buscando más caricias que el pelinegro estaba contento de dar. El cuerpo del animalito era entre pequeño y mediano, parecía ser aún un gato joven, aunque no bebé. Su cuerpo era suave gracias a su pelo corto y brillante, y el calor que emanaba era agradable contra la piel del menor. Le arrulló con sus brazos y acarició con sus dedos rascándole la cabecita.

- Pues es tuyo.

- ¿Mío? – abrió los ojos como platos, Jimin rió por eso y se hizo lugar al lado del pelinegro sobre su colchón, acariciando al gatito.

- Lo he traído de la calle. Hacía un tiempo lo veía andar solo por allí. Le di comida algunas veces al salir de la universidad, y luego se me ocurrió traértelo.

- ¿Traérmelo? ¿Por qué a mí?

- Quería hacerte un regalo – se encogió de hombros, Jungkook se enterneció y sonrió ampliamente por ello – Feliz cumpleaños, bebé.

• Vitam Aeternam ~ [JIKOOK] •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora