15. Primer campamento

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El calor que se expandía por todo su cuerpo era la mejor sensación que una persona podía sentir en la vida. Jimin lo sabía mejor que nadie. La forma en la que su cuerpo estaba listo para dar y recibir ni bien se activaba sexualmente era como si hubiese nacido para poder percibir el placer de otra manera que el resto de las personas. No era casualidad que hubiese sido elegido para eso.

Su miembro escabulléndose entre los labios de la vagina de la chica bajo su cuerpo era tranquilizador, le gustaba ver cómo frotaba su falo contra el sexo contrario, humedeciéndose con el fluido ajeno y el propio para luego introducirse dentro de ella.

Las marcas con pintura negra que formaban símbolos en su cuerpo estaban algo difuminadas por haber sudado tanto y con marcas de dedos que habían tocado y arañado su piel.

Cuando el chico que estaba detrás suyo se vino en su interior, él también acabó dentro de la chica, sintiendo que todos sus músculos se contraían fuertemente mientras que él soltaba un gemido agresivo liderado por el orgasmo.

Los afrodisíacos eran maravillosos, pero combinarlo con la imagen de Jungkook en su mente últimamente convertía la experiencia en algo de otro nivel.

Ya había perdido la cuenta de la cantidad de veces que se había imaginado quitándole la virginidad a Jungkook y a veces tenía ganas de cortarse la polla por si quiera verse tentado.

Desde que había hecho que Jungkook se viniese en sus bóxers, apretando su pierna contra él, que no podía dejar de pensar en ello.

Había sentido al menor duro como una roca, con su esbelto cuerpo entre sus brazos sintiendo su piel tan suave y pura. No sabía cómo había logrado tener el control suficiente para no quitarle la última prenda que le quedaba, darle vuelta, bajarse los pantalones y probar aquella zona virginal completamente inexplorada.

Si Jungkook había murmurado su nombre y jadeado de placer con sólo empalmarse contra su pierna, no quería imaginar los gemidos que soltaría al sentir su grueso miembro dentro, frotándose contra sus paredes y abriéndole como nadie lo había hecho antes.

Le ponía como loco.

Se mantuvo alejado de Jungkook por los siguientes días para que sus hormonas volviesen a calmarse, necesitaba volver a ser el mismo de siempre porque no podía cometer errores. Ya llevaba más de los que hubiese querido sólo por dejarse llevar. Su polla tenía más poder de decisión que él mismo, una autonomía que le encabronaba.

La muy hija de puta era tan vivaz que cuando él veía a Jungkook, incluso aunque este estuviese tranquilo estudiando, era suficiente mirarle los labios para sentir que su amiga temblaba y punzaba ansiosa. Su cerebro tampoco ayudaba en realidad. Cada vez que veía a Jungkook quería comérselo entero.

Jimin no necesitaba más errores, no necesitaba más Sungwoons, ni mucho menos más Mingyus. Ah, si pudiera volvería a mandarle al hospital las veces que fueran necesarias para sacarse de encima el sabor a traición y humillación.

Más le valía a Sungwoon no pasar esa línea, esperaba que volviese con el rabo entre las piernas y obediente luego de haberse purgado, porque Jimin no planeaba seguir siendo piadoso y que al final le tomara por tonto. No le dejaría tocarle ni un pelo otra vez, como dicen por allí, ya le había hecho la cruz y una vez que Jimin le hacía la cruz a alguien no había marcha atrás.

Los insultos a su familia no serían tomados a la ligera nunca, no eran negociables. No sabían con quién se metían.

Sin embargo, él sabía que Jungkook era especial y nunca le haría estar en un compromiso como ese, por lo que si se convertía en un error era por una razón muy diferente a la de esos otros dos. Jungkook era virgen, y eso era suficiente para saber que no le correspondía a él hacer nada al respecto. Aunque le hubiera gustado, más bien deseaba con todas sus fuerzas hacerlo, sabía mejor que nadie que no debía.

• Vitam Aeternam ~ [JIKOOK] •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora