8. ¿Crees en los pecados?

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La vibración de su celular sobre el colchón de su cama le despertó, y al igual que siempre, estiró su mano y buscó el artefacto para anular la alarma.

Siempre se despertaba de la misma manera, su celular vibraba fuerte y ya era suficiente para estar alerta, no necesitaba si quiera que tuviera sonido. Además, de lo contrario despertaría a su compañero de habitación.

No tardó más de tres minutos en sentarse en la cama y masajear un poco sus ojos para espabilarse. Movió un poco su cuello de un lado a otro y también lo masajeó con sus manos. Miró entonces a la cama a su lado, a un metro y medio de la suya. Jungkook dormía o eso era lo que parecía, esperaba no haberle despertado, siempre intentaba no hacer ruido. Le había sorprendido que la semana anterior le había seguido hasta la cocina.

Comenzó a quitarse el pijama para ponerse ropa de calle y una vez que terminó guardó su teléfono celular en el bolsillo de su pantalón, tomó su mochila y se fue de la habitación.

Al igual que siempre antes de irse pasó por la cocina para tomar una botella de medio litro de cerveza. El contacto del líquido frío en sus labios y en toda su boca era todo lo que buscaba. Después de unos sorbos sacó de su bolsillo un pequeño frasco de plástico que solía tener en el botiquín del baño, lo abrió y se llevó una píldora a la boca. La tragó acompañado de un largo sorbo de líquido y una vez que terminó la botella completa ya estaba listo para marcharse.

Abrió la puerta en absoluto silencio, la cerró y comenzó a caminar por las calles iluminadas y solitarias de la noche en aquel vecindario. Caminaría hasta llegar al mismo lugar de siempre a unas cinco cuadras de allí.

Estaba caminando a paso rápido, igual que siempre, cuando sintió una mano cerrarse sobre su brazo y jalándole. Jimin reaccionó rápidamente, alejándose y soltándose del agarre. Se volteó, listo para defenderse frente a quien fuera que le había asaltado, hasta que hizo contacto visual con la persona.

- Sólo soy yo – el pelinegro frente a él levantó las manos para mostrar su inocencia.

- Maldita sea – le soltó un empujón con enojo - ¿Qué mierdas haces aquí, Sungwoon? ¿Me estás siguiendo?

- Sólo quería hablar contigo.

- Tú y yo no tenemos nada de qué hablar.

Intentó hablar bajo y que su tono de voz no se elevara para no armar un alboroto en medio de la silenciosa noche, pero ver al chico allí no le hacía aquella tarea fácil.

- Sí, Jimin. He intentado hablar contigo hace tiempo y lo único que haces es evitarme. Se suponía que estábamos bien.

- ¡Y lo estamos! – exclamó exasperado – Te dejé muy en claro cómo son las cosas, Sungwoon. No sé qué demonios haces aquí, deberías estar en la junta. Deberíamos de vernos allí y ya, como siempre – se restregó el cabello, soltando un gruñido frustrado. Decidió dejarlo pasar – Da igual. Iremos juntos antes de que me hagas llegar tarde, y no quiero escucharte decir ni una sola palabra en todo el camino – se volteó para seguir, pero las palabras del contrario le hicieron parar en seco.

- Así no fue como me dijiste que serían las cosas... tú... me mentiste... me traicionaste.

Al escuchar aquello Jimin se giró de inmediato y tomó al chico por el cuello. La sangre le hirvió, cerró su mano contra la garganta de éste y le miró fijamente a los ojos. El pelinegro apretaba los dientes conforme sentía la mano de Jimin haciendo presión en su cuello amenazando con quitarle el aire.

- ¿Cómo te atreves a decir algo así? – el enojo se sentía hasta en el aire - ¿Yo? ¿Traicionarte? Ten mucho cuidado con esa palabra, Sungwoon. Yo nunca traiciono a mis hermanos. Jamás lo haría.

• Vitam Aeternam ~ [JIKOOK] •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora