26. In omnia paratus

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Se notaba que no era un día como cualquier otro incluso aunque durante las primeras horas del día Jungkook había tenido que continuar con las actividades encargadas. Tenía responsabilidades, había aprendido a dirigir grupos y a ser tan servicial como el resto de los Alphas, haciéndole sentir bien por sí mismo.

No obstante, aquel día se sentía bastante mal. Demasiado mal, a decir verdad.

No era que le doliese la cabeza, o un brazo, o que estuviese enfermo. Era el hecho de que estaba nervioso hasta los huesos. Su cuerpo se encogía con cada hora que pasaba, dándole sólo ánimos de ponerse en posición fetal para dejar su destino congelado.

Aquel día le dirían cuál sería su tarea para dar comienzo a su iniciación. Para que finalmente fuera un Alpha por completo.

Sería un miembro de la fraternidad Alpha chi lambda, en el círculo más íntimo de aquellos que habían tenido que pasar por una prueba y ritual de iniciación: la ceremonia donde le darían su marca. 

Por demasiados años había sentido que jamás tendría el sentimiento de poder pertenecer a algo, de no poder lograr ser lo suficientemente bueno como para sentirse satisfecho consigo mismo y llamar la atención de otros. Su apatía le había llevado a no interesarse por ser como los demás, pero una vez que había comenzado a probar lo que era tener un poquito de atención y sentir que las personas más geniales que había conocido lo podían ver como a un igual, el mundo cambió para él, y de pronto se encontró queriendo más cuando Jimin parecía reconocerle cada pequeña cosa como un logro. Jungkook quería que Jimin le felicitase cada vez más por sus avances, que le diera recompensas tanto verbales como físicas.

El mayor tenía todas las expectativas puestas sobre él. Aquella fraternidad era su vida, era todo para él y Jungkook quería formar parte de ello. Quería demostrarle que él podía con todo eso, que él era capaz de conquistar el mundo a su lado si así lo querían.

Jungkook había estado esperando una hora dentro de su habitación, caminando de un lado a otro, teniendo ganas de gritarles que se decidieran de una vez por todas o era capaz de lanzarse al lago para hundirse. Pero sabía que no podía hacer nada, se repitió miles de veces que debía ser maduro y enfrentar la situación como si ya fuese un Alpha, porque estaba a un paso de serlo y no jodería todo por su falta de agallas. Todos habían pasado por ello, entonces él también podía lograrlo. Todo era parte de la prueba.

Por otro lado, Jimin no estaba mucho mejor. Estaba a punto de arrancarse las uñas de los dedos con los dientes. Su estómago estaba hecho un revoltijo. Era imposible no ponerse así cuando escuchaba lo que los mayores decían. Jackson era el líder, por ende estaba a cargo de Jungkook y su iniciación. Su palabra era santa, y aunque Jimin fuera sublíder no podía hacer nada si las cosas no le agradaban al final.

Se mordió la lengua y sintió su corazón cayendo cuando escuchó finalmente el plan de Jackson. No iba a cambiar de opinión, ni si quiera podía sugerírselo porque no había razón para hacerlo, sus cuestiones personales con el menor –de las cuales todos seguían siendo ignorantes- no debían interferir en las decisiones del líder o las reglas de la fraternidad.

Cerró los ojos y respiró con dificultad. ¿Qué demonios haría? ¿Cómo convencería a Jungkook? Era lo que más se temía, incluso aunque él le había llevado camino a la iniciación, esperaba que ésta no fuera tan severa, esperaba que fuera lo más inofensiva posible. Había deseado que no fuera algo que pusiera en juego la seguridad de Jungkook y jodiera su cabeza. Había hecho lo posible para preparar a Jungkook de manera que supiese que él tenía el control de su mente y sus prejuicios, pero aún podía existir una pequeña probabilidad de que el menor se echase para atrás y eso no podía caber en los planes.

• Vitam Aeternam ~ [JIKOOK] •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora