52. Dolorosa realidad

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Cuando Jungkook llegó a la casa de Jihyun tenía los nervios a flor de piel. Agradecía estar medicado diariamente, porque de lo contrario hubiera tenido un ataque de pánico antes de si quiera poder saber cómo estaba el mayor de los Park. 

Las manos le sudaban y su cabeza se sentía pesada, acompañada de un cierto mareo.

No la cagues ahora. Contrólate.

Había logrado pasar los últimos tres meses sin ataques de pánico, era un logro que debía reconocerse puesto que había pasado por una gran cantidad de factores estresantes y detonantes. No quería que la "buena racha" se rompiese después de tanto.

Procuró hacer respiración diafragmática por unos minutos –aunque era algo escéptico a que eso le ayudara en una situación como esa- y luego tocó el timbre.

Había tocado una vez. Luego una segunda, luego una tercera.

Comenzó a sentirse aún más nervioso, impaciente. De repente sí tenía ganas de que Jihyun respondiera. Suponía que Jimin tenía razón en preocuparse tanto, al fin y al cabo Jihyun no era una persona tan estable como había mostrado ser. No era sorpresa, después de todo, teniendo en cuenta su situación familiar.

Volvió a tocar tres veces más y la puerta se abrió de golpe.

Pegó un salto cuando la figura de Jihyun estuvo frente a él del otro lado, sorprendiéndole por su abrupta aparición. Titubeó un poco, queriendo decir algo, pero el aspecto del mayor le había dejado sin habla, un poco distrído en su barba asomándose por los poros de su quijada, su cabello descuidado al igual que la ropa que tenía puesta, una sudadera manchada con algo que desconocía y unos pantalones deportivos igual de arruinados. Nunca le había visto así. 

Jihyun tenía buenos genes al igual que su hermano menor y, de igual manera, siempre había vestido bien y había cuidado de su apariencia.

Recordó que Jimin le había dicho que no le veía hacía tres días, pero Jihyun lucía como si hubiesen pasado semanas jodidas sobre él.

- ¿Qué haces aquí? – preguntó, su voz sonando áspera, acompañada con un fuerte olor a alcohol. 

Esto era peor de lo que había esperado. Había tenido la impresión de que al encontrarse con el mayor de los Park éste le agredería con algún insulto o hablaría con su voz llena de resentimiento. Probablemente le echaría de su casa a patadas. Lo más probable era incluso que le diese un puñetazo. Pero, para su sorpresa, Jihyun se veía... deshecho. 

- Yo... vine a ver cómo estabas.

Era incómodo y bizarro, y Jihyun también parecía haberlo notado. Le miró por unos segundos, entrecerrando los ojos con clara sospecha y desconfianza, hasta que después rio. Rio como pudo, tembloroso y sin fuerza.

- Perfecto - aseguró con un deje de sarcasmo - De maravilla. Estoy putamente bien- soltó, su voz tambaleándose – Vete. Ver tu cara... me da ganas de vomitar y morir - Se giró, dándole la espalda y perdiéndose dentro de su casa.

Jungkook se sentía con el estómago en la garganta, pero no podía dejar las cosas así. No podía dejar a Jihyun a la deriva sabiendo que Jimin quería que se asegurara de que estuviera bien. Quizás sería suficiente hablar un poco con él. Saber qué era lo que le ocurría, saber qué era lo que necesitaba. Quizás convencerle de que cuidara algo mejor de sí mismo porque Jimin estaba preocupado por él.

Le siguió dentro. Grave error.

Cerró la puerta detrás de sí y caminó lentamente observando el lugar. Las botellas de alcohol estaban esparcidas y rotas en el suelo. Había ropa tirada, comida en descomposición y moscas.

• Vitam Aeternam ~ [JIKOOK] •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora