29. Las mentiras nunca llegan demasiado lejos

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Al momento de despertar el sudor ya cubría su cuerpo por completo. Los costados de su cuello y su pecho -que se movía agitado- estaban húmedos. La pesadilla le había hecho sentarse sobre el colchón. Su mano derecha estaba sobre su pecho, a la altura de su corazón, y podía sentirlo palpitar con rapidez contra su palma.

Jimin

Su propio nombre retumbó en la habitación con una voz baja y lejana. Agudizó su mirada mientras daba un paneo a la habitación, intentando identificar de dónde venía el sonido. Pero no había nada allí.

Sacudió su cabeza y se llevó las manos a sus cienes. Las pesadillas en ocasiones se solapaban con la realidad. Sonidos le despertaban. Golpes, barullos, voces, mientras que se volvían demasiado inquietantes hasta el punto de no lograr conciliar el sueño. Cada vez que caía dormido sus ojos se volvían a abrir como platos con una sensación de ahogo en su garganta y alarma en su pecho. A veces recordaba lo que había soñado, otras veces no.

Miró a su costado en la cama. Jungkook se removía lentamente acercándose a él en sueños. Agradecía no haberle despertado ya que eran varias las ocasiones en las que por culpa de sus sueños turbulentos terminaba por despertar al pelinegro.

Desde hacía días Jungkook parecía más cansado de lo normal. En las charlas o juntas con la fraternidad permanecía callado, sólo contemplaba y escuchaba, pero repentinamente había dejado de verse... interesado. Aquello era algo que había preocupado a Jimin, pero el menor le había asegurado que todo estaba bien, que sus energías simplemente estaban reducidas por culpa de lo tanto que se esforzaba por prepararse para la universidad. Finalmente había logrado pasar los exámenes e inscribirse para el año entrante, pero había estado realizando cursos cortos de programas informáticos para estar mejor preparado.

Jimin lo comprendía, y esperaba que Jungkook pronto se sintiera mejor. Mientras tanto, todo lo que podía hacer era acompañarle.

Su corazón aún no calmaba sus laidos, por lo que sabía que era mala idea intentar seguir durmiendo. El insomnio a veces era tal que era frustrante intentar llevarle la contraria. Mejor se sentía levantándose y yendo a la cocina en busca de un vaso de agua para tranquilizar su ansiedad.

Bajó las escaleras arrastrando los pies y viendo las luces de la cocina encendidas. Suponía alguien había ido también a beber algo de agua en medio de un desvelo.

Irrumpió en la habitación y se detuvo en seco al ver a Jihyun apoyado contra la nevera mientras escribía algo en su móvil con una mano y en la otra sostenía un cigarro. Desvió su mirada del aparato cuando notó su presencia, mirándole y frunciendo su seño.

- ¿Alguien tiene insomnio? – inquirió, notando la expresión cansada de su hermano menor.

- Sí, como de costumbre – suspiró cansino y se acercó a su hermano, haciendo una seña para que se hiciera a un lado y le dejase abrir la nevera - ¿Cuánto tiempo te quedarás?

- Hasta el fin de semana siguiente. ¿A caso ya quieres que me vaya? – bromeó y Jimin rió un poco, negando con su cabeza y sacando una botella de agua – Por cierto, Sungwoon me dijo que quiere hablarte y tú le ignoras – Soltó una risa que no pudo reprimir – Le mandaste a purgar, eso fue duro de tu parte.

Con escuchar el nombre del chico, al pelinaranja se le tensaron los músculos instantáneamente. Inspiró duro por su nariz y decidió tomar un largo sorbo de agua antes de hablar. Hubiera tenido ganas de verter todo el contenido de la botella sobre su rostro, y sentir el líquido frío desparramarse por su piel, bajándole la temperatura y obligándole a mantener la calma. Estaba demasiado cansado como para recordar un tema que le estresaba con sólo oír el nombre del chico.

• Vitam Aeternam ~ [JIKOOK] •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora