36. Sin escapatoria

89 13 6
                                    

Éste capítulo se viene largo, así que me disculpo.





* * *

Jimin se encontraba en su antigua habitación en casa de su familia. Su rostro estaba mojado. A pesar de tener sus ojos duramente cerrados las lágrimas hallaban la manera de salir y correr hasta caer sobre la almohada donde su cabeza estaba apoyada. Era normal para él ese tipo de noches, haciéndose un ovillo en su cama. Lo que llevaba de aquellos diez años de edad, sólo podía recordar la mayoría de sus noches de esa manera, tenebrosas y profundas.

Jimin... ¿Por qué me ignoras?

Se tapó las orejas con sus manos, temblando e intentando hacerse más pequeño.

- Déjame... - sollozó – Vete... - su voz haciéndose más pequeña y apretada.

El aire le faltaba dentro de las sábanas, pero no quería destaparse, sentía que podría hacerle daño si permitía que le viera. Esperaba que se fuera rápido. Pero el susurro era persistente.

¿Qué te hace pensar que estás seguro allí, Jimin? Sé lo que piensas, sé absolutamente todo de ti. No puedes escaparte. Te morirás, te ahogarás allí y nadie podrá ayudarte, y si intentas gritar nadie te escuchará. ¿Lo sientes? Huele a sangre.

Jimin sintió que la humedad de sus lágrimas se extendía más allá de su almohada. Movió su cabeza, separándose de las sábanas y pudo ver un manto rojo debajo de él. La sangre brotaba del colchón y caía a cantidades por los bordes de la cama hacia el suelo.

De un salto se alejó, apretando el grito en su garganta. Miró sus manos ensangrentadas y luego la notó en el resto de su cuerpo.

Su pecho dolía tanto que sentía que iba a morirse en ese momento.

Mira, Jimin. Mira hacia tus pies.

Jimin se sacudió al ver la sombra de un cadáver cerca suyo, apenas podía reconocer si era humano.

No dudó más en correr, abriendo la puerta de la habitación y huyendo de la voz y de la sangre.

Abrió la puerta de la habitación contigua, cerrándola y corriendo rápidamente hacia la cama que estaba en el centro. Levantó las sábanas, escabulléndose entre ellas hasta toparse con un cuerpo caliente al cual se aferró.

Un Jihyun de catorce años se sobresaltó al sentir algo contra su cuerpo hasta que reconoció que era su hermano menor. Inmediatamente giró su cuerpo boca arriba y levantó las sábanas para ver a Jimin contra el costado de su cuerpo, temblando.

- Hey... - murmuró despacio – ven aquí – le dijo, y Jimin levantó su rostro, observando a Jihyun con ojos enrojecidos. No tardó en cernirse contra él, abrazándole por encima de sus hombros y escondiendo su rostro contra su cuello.

- Hay sangre... Ha-hay san-sangre en mi cama... - su voz estaba estrangulada, ronca por el llanto y el pánico – Está ahí... está ahí otra vez...

- Tranquilo... no te hará daño – sobó su espalda para calmarle – tranquilo – reiteró. Jihyun tomó una de las pequeñas manos del menor y la besó con el toque suave de sus labios.

- Quiero a mamá... - su voz tembló.

- Lo sé... pero yo te cuidaré en su lugar, ¿sí? – Jimin asintió, moviéndose contra el cuerpo de Jihyun como si la cercanía no fuese suficiente.

Jimin frotó su nariz contra el cuello del mayor, sintiendo su olor y calmándose gracias a ello. Odiaba el olor a sangre que había en su habitación y que le había quedado cuando ésta se impregnó a sus ropas. Tendría que haberse ido a bañar para quitarse todo ese olor a muerte y no llegar a la cama de su hermano de esa manera, pero no planeaba volver a salir al pasillo, podía escuchar su voz aún en el fondo, llamándole. Además, Jihyun no se había quejado de la sangre.

• Vitam Aeternam ~ [JIKOOK] •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora