Con su mochila pesada por los libros que había recogido de la biblioteca para la asignatura de literatura medieval, el pelinaranja soltó todo el peso sobre uno de los amplios sofás de la sala. Exhaló una buena bocanada de aire con el objetivo de liberarse de la tensión que había acumulado luego de varias horas de cursada en la universidad.
Lo primero que decidió hacer fue dirigirse a la cocina para beber algo de agua. Durante las clases era normal que se formaran debates ocasionales o que tuviesen que leer en voz alta párrafos enteros de libros, estrofas de poesías o segmentos de ensayos propios, por ende su garganta terminaba algo reseca.
Cuando dejó su vaso vacío sobre la encimera miró hacia el jardín trasero a través de la ventana. El panorama yacía despejado, pareciéndole extraño no haberse cruzado con ninguno de sus hermanos desde que había llegado. Jamás estaba solo cuando llegaba por la tarde a la casa luego de sus clases.
Se encontró en una situación lo suficientemente atípica como para que decidiese caminar nuevamente a la sala y mirar en todas direcciones en busca de alguna señal de vida. Al no hallar nada supuso que quizás los miembros que generalmente se encontraban a esas horas en la casa estarían en la cabaña librando un ritual o reunión. Hizo ademán de ir en dicha dirección, pero un ruido proveniente de los pisos superiores llamó su atención, haciéndole girar y mirar hacia las escaleras.
- Hey, ya estoy en casa. ¿Hay alguien? – habló en voz alta y clara. No obtuvo respuesta y un golpe sordo se escuchó.
Seguir hablando no le iba a servir de nada si sus hermanos estaban lo suficientemente ocupados como para no haber oído su llamado.
Subió los escalones de la escalera hasta llegar al primer piso, y antes de continuar hacia el segundo, percibió el ruido proveniendo de los pasillos. No pudo evitar pensar en lo extraño que era el hecho de que no hubiese nadie en la mira, la casa jamás estaba sola ni tampoco en silencio, que era apenas interrumpido por los ruidos extraños que había estado escuchando desde la planta baja.
Antes de poder hablar nuevamente para corroborar si alguno de sus hermanos podía oírle, el bello de su cuerpo se encrespó tras el grito que se oyó propagándose por la longitud del pasillo hasta él. Se quedó inmóvil en su lugar, sintiendo un escalofrío recorrerle de pies a cabeza y su corazón se desbocó con latidos rápidos. El grito había sido de dolor, y la voz la reconocería en cualquier circunstancia. Se trataba de Jungkook, sin duda alguna.
La respiración se le dificultó al oír un segundo grito, pero fue lo suficientemente fuerte como para despertarle del shock y obligarle a moverse. Caminó rápidamente por el pasillo, que parecía alargarse cada vez más con cada paso que daba. Su instinto le decía que provenía de su habitación y que Jungkook evidentemente necesitaba ayuda. No comprendía por qué sus hermanos no estaban cerca, pero no se detuvo a pensar mucho más en ello, sólo quería llegar a su novio.
Al llegar a la puerta de su habitación pudo confirmar que la voz de Jungkook provenía de adentro, sin embargo, al intentar abrirla giró el picaporte, pero ésta estaba bloqueada con llave.
Tras la desesperación, golpeó repetidas veces la puerta.
- ¡Jungkook! ¿Me oyes? ¡Abre la puerta! – gritó esperando a que su voz llegara al pelinegro. Podía escuchar su llanto, sus lamentos - ¡Por favor, ábreme!
Nadie abrió la puerta incluso aunque él suplicara y golpeara con todas sus fuerzas. Estaba agitado, todo su cuerpo temblaba con temor e impotencia por no poder abrir la maldita puerta y ver lo que sucedía con Jungkook.
Sintió una ráfaga de escalofríos recorrerle cuando oyó más voces dentro de la habitación, susurros masculinos, palabras que no podía comprender pero allí estaban, se oían debajo de los lamentos del menor.
ESTÁS LEYENDO
• Vitam Aeternam ~ [JIKOOK] •
Fiksi PenggemarJeon Jungkook se verá maravillado por el mundo que sus nuevos compañeros de fraternidad le mostrarán, siendo fuertemente influenciado por uno de ellos en particular. Park Jimin despertará su interés en las tradiciones y filosofía de la fraternidad A...