21. Catastrófico

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Jimin observó el rostro del pelinegro dormido. Hacía media hora había caído en un sueño profundo. Su boca estaba un poco abierta y su mejilla presionada contra la almohada. Su cuerpo estaba desnudo y desparramado cerca de su cuerpo, había estado abrazado a él por un buen rato hasta quedarse dormido.

Se quedó meditando un tiempo mientras le veía dormir. Por su lado, el sueño jamás llegó, su mente estaba demasiado despierta, sus ojos no dejaban de recorrer las facciones del menor y su cuerpo inocentemente desnudo e indefenso a su lado, buscando la calidez de su cuerpo en sueños.

- Jimin, ¿Tu primera vez fue con alguien especial?

- Sí, muy especial. Me cuidó tanto como yo a ti.

- ¿Qué edad tenías?

- Trece años.

- ¿...Trece? Pero... eras un niño...

- No hay una edad indicada para hacerlo, Jungkookie. Sólo la persona indicada.

- ¿Quién era?

- Alguien muy importante para mí.

Aquella conversación de hacía una hora había vuelto a su mente.

Se sentó sobre el colchón y se puso de pie, poniéndose su bóxer para ir al baño.

Una vez dentro abrió el gabinete tras el espejo arriba del lavabo y sacó de allí su frasco con pastillas. Lo abrió, dejó caer una pastilla en su mano y se la llevó a su boca. Bebió agua del grifo para tragar y luego de lavarse el rostro con agua bien fría se secó con una toalla y se sentó sobre la tapa del inodoro.

Con sus codos sobre sus piernas escondió su rostro en las palmas de sus manos. Respiró con tranquilidad –intentó- porque su respiración estaba demasiado pesada. Su cabeza parecía enfrascada en tantos pensamientos como el frasco lleno de pastillas en el gabinete.

Sus manos ya habían comenzado a sudar a la vez que su estómago se sentía extraño. Esperaba que la pastilla le hiciera efecto pronto, porque no soportaba sentirse fuera de control. No le gustaba notar cómo su cuerpo iba cambiando, sintiéndose diferente como si de repente estuviese en otro cuerpo, como si no cupiera dentro de su piel. La sensación siempre escalaba dentro si no se medicaba. Las noches no eran las mejores para nadie, pero para él particularmente eran demasiado agobiantes, no le gustaban. Intentaba ignorarlo ya que no había una razón en específico, quizás eran las pesadillas, o tal vez la oscuridad silenciosa e inquietante.

Sin embargo, en ese momento sí tenía claro qué era lo que le estaba atormentando.

Pasó sus manos por su rostro repetidas veces, se masajeó los ojos y luego peinó su cabello hacia atrás, enterrando sus dedos en él y soltando el aire atascado en su diafragma entumecido por los nervios.

Se puso de pie, salió del baño y volvió a su habitación. El silencio era absoluto, y muy superficialmente se oía la respiración tranquila del menor, aún dormido en su cama.

Volvió a acercarse y le miró con atención. En ese momento podía sentir a su mente romperse, destruirse por el conflicto dentro, incluso aunque por fuera pareciese imperturbable, la guerra dentro de él se desataba.

Se mordió el labio y contuvo la mirada un poco más.

El peso era demasiado grande al igual que la confusión. Si se quedaba allí sentía que terminaría por volverse loco. Necesitaba aire urgente, necesitaba irse.

Cinco minutos pasaron y Jimin dejó la habitación con su bolso en mano para abandonar la casa en ese instante.

Cuando el sol fue lo suficientemente insistente, Jungkook fue despertado por la luz sin poder evitar soltar una queja por ello.

• Vitam Aeternam ~ [JIKOOK] •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora