• Vitam Aeternam ~ [JIKOOK] •

23. Rebelión

Era sábado por la tarde y Jungkook se había dado una ducha rápida luego de un extenuante día de estudio. Desde que Jimin había vuelto luego de aquellos días sin mostrar señales de vida, había logrado concentrarse en sus estudios nuevamente. Ni si quiera quería recordar lo mal que la había pasado esos días, como si fuesen una eterna pesadilla.

Suspiró secándose el cabello con la toalla, batiéndolo con vigorosidad. Secó su cuerpo y se colocó un par de bóxers grises limpios y se colocó una camiseta oversized blanca y lisa, era lo más cómodo para estar en su habitación. Ni si quiera se tomó el trabajo de ponerse pantalón debajo, la prenda le tapaba el trasero. Además, no estaba de más querer llamar la atención de su compañero de habitación de vez en cuando. O quizás todo el tiempo.

Dejó su toallón colgado en el baño y salió del cuarto, cruzando el pasillo y entrando a su habitación.

Fingió estar desinteresado en la presencia del mayor sobre su cama para dirigirse a la suya propia y recoger la ropa sucia, guardándola en la bolsa que correspondía para luego bajarla y ponerla en el lavarropas.

Se paseó por la habitación de aquella manera cuando puso sus ojos en Jimin, quien se suponía estaba relajado leyendo un libro, pero sus ojos se habían despegado de las páginas para seguir sus piernas desnudas por toda la habitación.

Ambos se miraron sin decir nada, y cuando Jimin palmeó el espacio a su lado, el menor se acercó y recostó allí.

El menor le sonrió ladinamente con sus pómulos coloreados. Había algo caliente y profundo en ese momento. Jungkook sentía cierta excitación que juraba no era puramente sexual. Era lo que sentía cada vez que estaba a solas con Jimin, cuando esa aura de intimidad les envolvía como un manto protector. No lo había sentido nunca antes, ni tampoco había pensado que una persona pudiese sentir algo así. Algo tan difícil de explicar con palabras, sólo era cuestión de sentirlo para saber a qué se refería.

Se inclinó, besando la mejilla de Jimin y bajando por su mandíbula, provocando que el mayor respirara plácidamente. Jimin le rodeó con los brazos para sentir su cuerpo arrullado contra él.

- Amo abrazarte. Me gusta cómo se siente tu cuerpo entre mis brazos, como si tuviese algo que proteger – rio un poco por el sentimiento tan extraño que le atravesó los huesos y la mente – Pero en realidad soy yo el que se siente seguro sujetándose a ti.

- Suena a que es muy bueno... - murmuró con su rostro contra su cuello, olfateando suavemente.

- A mí me suena a una ilusión. O una especie de espejismo. Cuando se supone que la persona siendo abrazada es la que está siendo protegida, en realidad es la que abraza la que siente que tiene un refugio, un lugar donde echar raíces y vivir en paz...

El pelinegro se separó un poco para hacer contacto visual con él, verle sus ojos tan tranquilos y su sonrisa suave. ¿Jimin buscaba paz en él?

Sonrió en retorno, sintiéndose bien por poder provocar algo tan bueno en él.

- ¿Sabes? Nunca me he considerado una persona fría, para nada. Pero es cuando te abrazo que me doy cuenta que no suelo abrazar a la gente, ni tampoco recibo abrazos – sus ojos se desviaron hacia el techo, divagantes – La única persona de la cual recibo abrazos o cariño es de mi hermano. Es la única persona con la que muestro afecto.

- Bueno, es tu familia de sangre después de todo. Siempre me hubiera gustado tener un hermano, alguien que pudiera aconsejarme y protegerme. ¿Jihyun y tú siempre se llevaron bien?

- Sí. Siempre hemos sido muy unidos, es lo que toda la gente a nuestro alrededor siempre dice – sonrió, volviendo a encontrar sus ojos – ¿Has oído hablar sobre los hermanos que son como el agua y el aceite? – Jungkook asintió – Pues nosotros somos la excepción a la regla. Siempre fuimos como dos gotas de agua. Mi padre siempre decía que incluso de pequeños éramos especiales, que teníamos una conexión única, siempre estabamos pegados al otro. Y eso es extraño siendo que él es mayor que yo por cuatro años.