32. Bienvenido a Alpha chi lambda

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De cierta manera Jimin había perdido la costumbre de caminar por el vecindario durante la noche. Anteriormente le gustaba la tranquilidad que ésta inspiraba gracias a la luna en lo más alto del cielo, las estrellas y las calles solitarias. Pero ya había pasado cierto tiempo desde que había dejado su vida nocturna y no paseaba por los frentes de las casas lujosas del barrio universitario.

Era una noche calma, aunque podía escucharse música a lo lejos, seguramente proveniente de una casa donde estuviesen librando una fiesta. Pero más allá de ello sólo le acompañaba el sonido de sus propias pisadas. Hasta que escuchó una voz.

Jimin.

Entonces se detuvo. Se giró sobre sus pies y miró hacia atrás. La calle seguía igual de desolada sin ningún sonido adicional. Entrecerró sus ojos mirando al fondo de la calle, luego negó con la cabeza.

Siguió su caminar y alguien volvió a llamarle.

Jimin.

Esta vez se giró más rápidamente, sus ojos se dispararon hacia el suelo, hacia los árboles, hacia las casas, pero no lograba ver nada.

- ¿Quién eres? ¿Qué demonios quieres? – su voz salió agitada y pasó saliva mientras esperaba una respuesta y seguía buscando con su mirada – No jodas conmigo y sal de una vez.

Pero, nuevamente, nada.

Exhaló con fuerza y retomó su andar, esta vez con un poco más de prisa en sus pies.

Y otra vez lo escuchó.

Jimin, ¿A dónde vas? Ven conmigo.

Jimin jadeó conforme volvió a girarse rápidamente. Esta vez un nudo se había formado en su garganta y lo sentía tirar desde su pecho. Se llevó la diestra allí, donde le dolía y donde tiraba. Su corazón se había vuelto loco y su cabeza comenzaba a doler.

- ¿Qué demonios quieres? – soltó con la voz estrangulada – Sungwoon... si eres tú juro que te mataré en cuanto te vea. ¡Ya sal de una vez!

Sin respuestas otra vez.

No sabía quién le llamaba, no sabía quién le estaba siguiendo, pero la sensación de tener a alguien pisándole los talones y su pecho completamente estrujado le hicieron querer correr. Y lo hizo. Sólo quería correr rápidamente hacia la casa de Jiyong, llegar con el resto y alejarse de quien fuese aquella persona que estaba acosándole.

Se sintió aliviado cuando vio la casa a lo lejos, la puerta estaba abierta y había miembros de la fraternidad fuera, conversando y haciendo tiempo antes de iniciar la práctica.

Corrió lo que quedó de trayecto, y paró en seco cuando vio de frente a Jihyun. Ambos se miraron con un pellizco de confusión en el entrecejo.

- ¿Qué... haces aquí? – Jimin preguntó sin aliento y con el sudor bajando por su frente, sus ojos aún tenían el pesar del pánico plantado en ellos.

- Yo debería preguntar eso... - arrugó su boca y con sus ojos observó a su hermano de pies a cabeza - ¿Qué te sucede? ¿Por qué corres? – preguntó. Jimin iba a responder, pero cuando sus ojos se desviaron cayeron automáticamente en alguien detrás de su hermano, pero a varios metros de distancia. La expresión de Jimin cambió a una llena de enojo y rabia.

- Sungwoon...

Pasó de largo a su hermano, quien aún le miraba confundido, y se dirigió hacia el pelinegro que conversaba con tranquilidad con alguien más. Se abalanzó sobre él, tomándole de la ropa con sus puños apretados y decidido a hacerle pagar por el mal rato que le había hecho pasar.

• Vitam Aeternam ~ [JIKOOK] •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora