Capítulo 13. Hasta dónde el corazón te lleve

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Siempre había tenido miedo de salir de mi zona de confort, pero a la vez me preguntaba qué podría pasar si un día me decidía a cruzar el límite. Si un día me decidía a no escuchar más los gritos de mi cabeza que me impedían avanzar.
Y de repente, allí estaba. Viendo como el paisaje cambiaba veloz en medio de aquellos dos chicos que había conocido hacía solamente unas semanas.

Me sentía orgullosa de mí misma.

Leo dormía a mi derecha, con la boca abierta y la cabeza apoyada en el cristal, y Dallen conducía sin apartar la mirada de la carretera, concentrado con el ceño fruncido.Como las dos filas de asientos de atrás estaban llenas de cajas, no habíamos tenido otro remedio que el de compartir el asiento delantero. Por suerte entrábamos los tres, aunque un poco apretados para mi gusto.

—¿Cuánto queda? —pregunté al empezar a sentir calambres en las piernas. 

Eran unas catorce horas de viaje en coche, así que habíamos programado dos paradas para hacer el viaje más ameno. Si mis cálculos no fallaban, teníamos que estar a punto de llegar al primer descanso.

—Según esto, quince minutos, pero... Maldita sea —barboteó Dallen mientras ponía los intermitentes y aparcaba la furgoneta bruscamente a un lado de la carretera.

Lo miré confusa, pero se limitó a toquetear desesperado el GPS. Parecía que se había vuelto loco y solo hacía que reconducirnos hacia un camino sin salida, como si no reconociera la carretera. Los golpes y gruñidos de Dallen acabaron por despertar a Leo, por difícil que pareciera y yo empecé a sentir esa sensación de mareo que me daba cuando algo se escapaba de mi control.

—¿Qué pasa? —preguntó Leo, aturdido.

—Creo... Que nos hemos perdido —respondí con un hilo de voz, intentando focalizar mi mente en cualquier cosa menos en eso.

—Pues empezamos bien el viaje.

Leo volvió a apoyar su cabeza en el cristal, pero esta vez sin cerrar los ojos.

—No funciona, este cacharro no funciona —masculló Dallen mientras lo reiniciaba por segunda vez.

—Seguramente es la cobertura —Leo sacó su móvil para comprobarlo —. Solo tengo una raya.

—Yo ninguna —respondí nerviosa mirando el mío.

—Pues que bien —Dallen dijo eso y acto seguido salió del vehículo dando un portazo.

Intercambiamos unas miradas llenas de preocupación con Leo y lo seguimos.

El cielo empezaba a oscurecerse y parecía que no teníamos ni idea de dónde estábamos. Empecé a marearme y a sentir como una ola de calor me atravesaba por dentro. Me quité el abrigo en un acto para tranquilizar mis nervios y me apoyé en la puerta de la furgoneta, refugiada de las miradas de Dallen y Leo que toqueteaban sus móviles con impaciencia.

Cuando Decidas Saltar ⚠️ ¡27/11/23 en físico!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora