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Los primeros rayos de sol impactaron en la parte derecha de mi cara. Abrasándome la piel a través de la ventanilla de la furgoneta.
Me incorporé del asiento delantero, noté mis piernas acartonadas, por dormir en aquella posición, y me fregué los ojos para obligarme a despertar del todo.
Había decidido dormir en la furgoneta, porque la tensión que sentía con Dallen era demasiado abrumadora. Me había cedido el sofá y él se había quedado dormido en la butaca, pero no había podido pegar ojo y necesitaba descansar un poco. Así que, sin que se despertara, cogí una manta y salí de aquella casa que me estaba volviendo loca.
Avancé como pude hasta esa casa de los girasoles. Estaba tan cansada que ignoré mis miedos de morir asesinada por una adorable abuelita en medio de la nada y llamé al timbre.
La puerta no tardó en abrirse, dejándome conocer a la propietaria; una señora mayor con una larga cabellera canosa que le llegaba hasta la cintura. Había abierto tan deprisa que parecía como si hubiera estado esperando detrás de la puerta a que picara.
—Buenos días, somos los de la cabaña —¿Acababa de llamar a su casa del bosque, cabaña? —. Muchas gracias por su amabilidad
—No hacen falta tantos formalismos —La mujer elevó la comisura de sus labios y preguntó —¿habéis dormido bien?
—Sí, muchas gracias —mentí. La imagen de Dallen interrumpió mi mente dándome un vuelco a mi corazón—. Quería preguntarle si hay algún sitio para comprar algo para desayunar.
Aunque me conformaba con un café doble.
—¡Ni se te ocurra! —exclamó abriendo los ojos— El pueblo está a veinte minutos andando. Además, os he hecho un bizcocho y estaba preparando café para llevároslo.
Oh sí. Gracias.
No iba a mentir, con el café me había conquistado y ya no me importaba si acababa en asesinato. Dio un paso atrás para dejarme pasar y con un tímido «gracias» entré.
El interior me sorprendió; tenía tanta decoración que apenas se podía ver un trozo de pared en blanco. En la entrada había una estantería de madera oscura llena de fotos familiares. Me quedé absorta mirando todas aquellas fotografías, desgastadas por el tiempo, de color sepia la mayoría de ellas. Pero, la que más me llamo de todas ellas, fue una de la propietaria de la casa de joven. Se la veía feliz mientras besaba a un hombre bastante apuesto.
—Mi marido se ha ido temprano —dijo al ver cómo me fijaba en esa foto, en particular—. Aún trabaja en el campo. Dice que no puede dejarlo, que no sabe que haría tanto rato en casa. Yo le he dicho muchas veces que lo deje, que tiene la espalda mal. Pero no me hace caso.
—Esta foto es preciosa —contesté sin poder apartar la mirada de aquellos rostros—. La luz... Como ha captado ese momento... Está hecha en el instante perfecto.
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Cuando Decidas Saltar ⚠️ ¡27/11/23 en físico!
Teen FictionNora no sabe decir que no. Quizás es por eso que, sin darse cuenta, se verá inmersa en un viaje con el chico arrogante de ojos verdes al que apenas conoce, pero que pondrá todo su mundo patas arriba. ༺♥༻❀༺♥༻ Dallen no tiene nada que perder. Quizás e...