Capítulo 42. Vacíos que no se llenan •DALLEN•

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Había pasado un mes desde aquella terrible noche y aún me despertaba de las pesadillas buscándola a tientas, con la esperanza de encontrarla a mi lado. Entonces abría los ojos y me daba cuenta de que ella ya no estaba allí.

Esa noche no había sido distinto, aunque no me encontraba en mi habitación y aquellas cuatro paredes no las hubiera pisado nunca con ella.

Me había sacado un peso de encima, pero a la vez me sentía más vacío que nunca. Representaba que después de aquello me tendría que haber sentido bien, tendría que sentirme liberado y, en cambio... En cambio, solo podía pensar en todo lo que había perdido.

—Dallen Coleman, puedes irte —La voz del guardia de seguridad sonó ruda mientras abría la cerradura de aquellos barrotes.

Sebastian me esperaba fuera de la comisaría con mis pertinencias en una bolsa de plástico. Como era de esperar, la madre de Thomas me había denunciado por allanamiento de morada. Omitió lo del arma, seguramente sabía que al dispararme saldría perjudicada ella, si una cosa había demostrado era que, aunque estaba como una cabra, no era idiota.

—Buenas noticias chaval, han retirado los cargos contra a ti y parece que tu plan está en marcha —Me devolvió la bolsa con las cuatro cosas que llevaba encima la noche anterior, antes de que vinieran—. El juicio será largo, pero parece que tiene las de perder.

—Gracias.

Después de dejar de tener secretos con él, Sebastian me había ayudado con todo el asunto del asesinato de mi madre.

Saqué un sobre blanco que estaba a punto de abrir en el momento en el que la policía irrumpió en el apartamento, buscándome, y saqué de él unas diez fotografías.

—¿Qué son? —preguntó Sebastian mientras pedía dos limonadas para llevar.

—Nora se dejó su cámara de fotos en el apartamento —expliqué.

Sabía que era masoquista revelarlas, pero es que, en el fondo, lo era.

Empecé a pasar las fotografías y me sorprendió ver que la mayoría eran fotos mías. En casi todas fruncía el ceño, exceptuando una en la que dormía en la furgo y otra en la que miraba directamente a la cámara con media sonrisa. Me acordé de aquella fotografía, la había hecho justo después de la escapada a Littleton, cuando lo que más me preocupaba era en qué momento podría volver a hundir mi rostro en su cuello.

Mis manos se congelaron al llegar a la última foto; Era la única foto en la que salía ella, una copia de la imagen que me había enviado Cordelia a mi teléfono.

Me quedé inmóvil mirándola a través de la fotografía, echando de menos que aquella sonrisa fuera para mí. Maldita sea. Solo quería abrazarla de nuevo y que lo olvidáramos todo.

Seguía preguntándome por qué narices no le había pedido que se quedara conmigo. Aunque la respuesta venía inmediatamente después: Merecía algo mejor que yo.

Cuando Decidas Saltar ⚠️ ¡27/11/23 en físico!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora