Capítulo 41. Despedidas

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𝙐𝙣 𝙢𝙚𝙨 𝙙𝙚𝙨𝙥𝙪𝙚́𝙨 

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𝙐𝙣 𝙢𝙚𝙨 𝙙𝙚𝙨𝙥𝙪𝙚́𝙨 

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—¡Listo! —gritó mi madre mientras bajaba con cuidado de la escalera de mano, apoyada en la fachada de nuestra pequeña casa.

—¿Preparados? —preguntó Gabin desde el interior de mi casa.

—¡Sí! —gritamos Tessa y yo.

Gabin dio al interruptor y todas las luces de navidad se iluminaron, dando vida y alegría a nuestra casa. El brazo de mi madre me rodeó los hombros hasta acercar mi cuerpo completamente al suyo en un abrazo.

—¡Podemos dar por inauguradas las Navidades! —exclamó Tessa, dando un salto a mi lado.

—Cada vez ponéis más luces —comentó divertido Gabin.

—Pero es precioso —concluí.

Apoyé mi cabeza en el hombro de mi madre y observé como las luces iban cambiando de color a nuestro alrededor. Una de las cosas que más me gustaba de nuestro pueblo era lo entusiasta que se volvía en esas fechas. A cada paso que dabas podías ver las luces reflejadas hasta en el agua del río. Y las casas no se quedaban atrás, cada vecino decoraba la suya dándole un toque personal. En nuestro caso, la guirnalda de luces tenía bastones de caramelo colgando de las cornisas, en honor a mi madre.

—Ha quedado precioso, mamá.

—Me encanta el detalle de los caramelos —comentó Gabin.

—Lo que me recuerda que he hecho algo para vosotros.

La silueta de mi madre desapareció por la puerta de entrada y nos quedamos los tres en silencio, contemplando las luces.

Y, como siempre que el silencio se apoderaba de mí, pensé de nuevo en él.

Volver al lugar donde lo había conocido, dónde me había enamorado de él, dolía. Y mucho. Pero, después de semanas de no querer salir del pozo en el que me encontraba, esperando un mensaje por su parte, empecé a ver la luz.

Me obligué a no pensar tanto en él y a intentar retomar mi vida anterior, pero era imposible. Aquel viaje me había cambiado, me había hecho saltar al vacío y me había dado la fuerza que creía que no tenía. Así que opté por una alternativa mucho más valiente, un salto definitivo: Un viaje mucho más lejos, pero esta vez yo sola.

Mi madre apareció por la puerta con tres bolsitas de celofán en las manos. En ellas había puesto un bastón de caramelo junto a algunos bombones y galletas de mantequilla, mis favoritas.

—¡Gracias! —exclamó Tessa abriendo la bolsa para devorar uno de los bombones de chocolate y café.

—¿Vamos? —preguntó Gabin

—¿Dónde vais? —preguntó mi madre casi con un puchero —creía que os quedabais conmigo.

—Mamá...

Cuando Decidas Saltar ⚠️ ¡27/11/23 en físico!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora