Capítulo 39. Buscando los retales de las verdades ocultas •DALLEN•

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—¡Dallen!

Los gritos de Nora a través de la puerta me hicieron conectar de nuevo con el mundo real. El dolor era tan intenso que sentía que me iba a desvanecer de un momento a otro.

—Vaya, parece que han cambiado las tornas —soltó la mujer mientras me apuntaba con la misma arma que me había quitado de las manos, aprovechando que estaba distraído.

Quise responderle, pero sentí de nuevo como si alguien me clavara agujas en mi hombro y me dejé caer al suelo.

Cerré los ojos, dejando que todo diera vueltas a mi alrededor

¿Así iba a morir?

Sentía que el dolor a quemazón aumentaba y abrí los ojos —con miedo— para ver el origen de aquella tortura.

Por suerte, no era tanto como yo lo sentía; La tela de mi jersey estaba totalmente rasgada y manchada de sangre, pero la bala solo me había rozado, aunque me había hecho una herida bastante fea. Apoyé mi cabeza en el mueble e intenté respirar hondo para recuperarme del impacto.

—La verdad, esperaba un poco más de ti, chico.

La mujer se arrodilló delante de mí y acercó la boca del arma —aún caliente— a mi mandíbula.

—Ha sido demasiado fácil quitarte esto.

—Mamá, ¿Qué pasa? —La voz de Thomas resonó en mi cabeza.

—Tranquilo, hijo. Está todo controlado.

Dejé de sentir el calor del arma en mi rostro y abrí los ojos para ver cómo se alejaba de mí con confianza. Las voces de Nora y Leo habían dejado de sonar. Quizás se habían ido. Quizás se habían asustado al escuchar el disparo y me habían abandonado.

No.

Ellos nunca se irían.

Seguramente estaban buscando la manera de entrar a salvarme. Pero si entraban... Fijé mi mirada con rabia en los ojos de aquella mujer. No podía permitir que entrasen. No mientras siguiera teniendo el arma.

—¿Por qué te vino a ver mi madre?

La mujer se sentó en el borde de la cama con las piernas cruzadas y jugueteó con el arma. En sus ojos podía ver como estaba disfrutando con aquello.

Menuda psicópata.

—Tu madre se enteró de que tu padre estaba casado conmigo y que ella era su amante cuando naciste tú. Imagínate cómo le sentó —estalló en una carcajada espeluznante—. Tu padre estaba en la ruina y encima tenía aquellas estúpidas adicciones al juego. ¿Y sabes qué hizo tu madre?

Aguanté su mirada, pero no respondí.

—Vino a verme a mí, su mujer, para que le ayudara económicamente para la nueva terapia del imbécil de mi marido —volvió a soltar una carcajada—. ¿Te lo puedes creer?

Cuando Decidas Saltar ⚠️ ¡27/11/23 en físico!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora