Capítulo 6. Momentos especiales

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Unos golpes rítmicos en mi puerta me despertaron con el diario aún entre mis manos. Me levanté de la cama de un salto y con un movimiento rápido lo guardé de nuevo en el bolso. Apenas había podido leer las primeras páginas cuando me venció el sueño por el cansancio de tantas emociones nuevas.

—Nora, cariño. Dallen está a punto de irse sin ti como no bajes —gritó la voz de mi madre desde el pasillo.

Ni siquiera comprobé qué hora era. Me puse los primeros vaqueros que encontré junto a la camiseta que tenía encima de la silla, me arreglé el pelo con los dedos y salí corriendo de la habitación. Si me daba prisa aún podía alcanzarlo.

Dallen caminaba, a escasos metros de mí a paso tranquilo, con las manos en los bolsillos y la cabeza ligeramente agachada. 

—¡Dallen, espera! —grité mientras corría hacia él.

Dallen se giró y empezó a caminar de espaldas hasta que llegué a su lado. 

—¿Siempre duermes tanto? 

Me pareció ver un atisbo de sonrisa en su rostro impasible que me produjo unas sensaciones extrañas en el estómago. 

—¡Pero si son las ocho! —repliqué. 

Dallen amplió su sonrisa y contestó:

—Era curiosidad.

Miré de reojo como bostezaba y no pude evitar fijarme en sus ojos cansados. Estaba segura de que le habría costado coger el sueño en ese sofá tan incómodo. Mi madre podría ser realmente insistente y empezaba a ver que él, en el fondo, demasiado bueno.

Aunque fuera muy en el fondo.

—Hoy me iré después de comer —solté de repente—. Tengo que ir a trabajar. 

—¿Dónde trabajas?

¿Ahora le interesaba mi vida?

—En la cafetería de mi madre. Le ayudo a servir las comandas, sobre todo los fines de semana que hay más gente. La conoces, ¿verdad?

—No.

Su respuesta fue inmediata, igual que lo fue mi expresión de perplejidad. Esa mentira era demasiado descarada incluso para él, así que lo interpreté como una medida drástica de terminar una conversación que él mismo había empezado.

Puse los ojos en blanco y desvié mi mirada hacia el suelo. Estaba claro que había malinterpretado su interés en conocerme, que no le caía nada bien y que estaba molesto por el hecho de quedarse en nuestra casa. Así que, después de otro intento fallido de socializar, me di por vencida y no saqué más temas de conversación.


Lo primero que hizo Dallen al llegar, fue ir directo a tirar todas las bolsas de basura que se habían acumulado del día anterior. Mientras él desaparecía calle abajo, yo volví a la habitación con la intención de devolver el diario. Pero no lo hice. Lo dejé en el bolso y me dediqué a guardar los libros de la estantería en una de caja. 

Cuando Decidas Saltar ⚠️ ¡27/11/23 en físico!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora