Nora no sabe decir que no.
Quizás es por eso que, sin darse cuenta, se verá inmersa en un viaje con el chico arrogante de ojos verdes al que apenas conoce, pero que pondrá todo su mundo patas arriba.
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Dallen no tiene nada que perder.
Quizás e...
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El sábado tuvimos la despida de Tessa y puedo decir que, dada mi experiencia en películas de Netflix, fue la más dramática que había vivido ningún aeropuerto. Tenía miedo de que nos llenáramos los oídos de promesas que con el tiempo se perdieran, como lo hace un camino de tierra en un día de niebla. Porque, aunque me dolía admitirlo, era consciente que sus vidas iban a cambiar de forma radical y tenía miedo de que yo ya no tuviera un sitio que ocupar en sus vidas nuevas.
Aun así, nos abrazamos y nos prometimos videollamadas y mensajes diarios.
Esa noche volví a repasar el álbum de fotografías y añadí una de los tres en el aeropuerto dónde escribí:
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Al volver del aeropuerto, Gabin me había invitado a ir a una sesión de cine que hacían solamente los domingos, donde ponían películas que ya se habían estrenado hace años para poder verlas de nuevo en pantalla grande. Ese domingo ponían Jurassic World, la favorita de ¡Gabin. Así que no le hubiese podido decir que no ni queriendo.
—¿Necesitas dinero para el cine? —preguntó mi madre sacando la cabeza por la puerta de la cocina.
—No, a las entradas me invita Gabin —contesté mientras me ponía mi sudadera negra favorita—. Has cerrado temprano hoy, ¿no?
Vivía sola con mi madre. De mi padre apenas tenía recuerdos, se había ido hacía tanto tiempo que mi memoria no alcanzaba ni siquiera a recordar su voz. Era como una sombra oscura que aparecía si me esforzaba lo suficiente. Ni siquiera vivíamos donde algún día habíamos vivido los tres. Mi madre había hecho las maletas cuando se separaron y había venido a vivir a este pequeño pueblo.
Pero no lo echaba de menos, se nos había dado bien estar las dos solas y la relación con mi madre era muy estrecha gracias a eso.
A Ella también le fue bien el cambio, o eso me repetía siempre. Era propietaria de la cafetería más cotizada de nuestro barrio. Era pequeña, pero acogedora. Los fines de semana le daba una mano, pero hoy al ser el último domingo que estaría con Gabin me había ofrecido el día libre.