Nora no sabe decir que no.
Quizás es por eso que, sin darse cuenta, se verá inmersa en un viaje con el chico arrogante de ojos verdes al que apenas conoce, pero que pondrá todo su mundo patas arriba.
༺♥༻❀༺♥༻
Dallen no tiene nada que perder.
Quizás e...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
༺♥༻❀༺♥༻
Cuando me desperté a la mañana siguiente no quedaba nadie en el piso.
Aproveché para darme una ducha caliente, la cual no era consciente de lo mucho que necesitaba hasta que me metí en ella, y me preparé un café con leche bien cargado de cafeína para afrontar aquel primer día.
Lo segundo que hice fue sacar la cámara de fotos que me había regalado Emily y hacer una foto a la puerta de mi nueva habitación. Quería hacerle caso e inmortalizar cada momento de ese viaje, así que en cada parada había sacado al menos una foto. Aún no las podía ver, pero estaba segura de que de todas ellas mis favoritas serían una de Leo en el acantilado observando el mar y otra de Dallen dormido en el asiento de la furgoneta.
Incluso con la boca abierta me parecía atractivo.
Cálmate, Nora, que la aventura solo acaba de empezar...
Intenté deshacerme de la reacción que había tenido mi cuerpo al recordar la imagen de Dallen y saqué el móvil para escribirle un mensaje a mi madre. Tenía que explicarle que habíamos llegado bien y que el tío de Dallen era una persona muy agradable.
Tío...
La culpabilidad por la mentirijilla me estrujó un poco el estómago. No me gustaba mentir, y menos a mi madre, pero con un suspiro la eché lo más lejos posible. Al fin y al cabo, él mismo había dicho que Dallen era lo más cercano a un padre, ¿No?
Avancé hasta la puerta de entrada mientras me ataba el pelo en una coleta, cuando me choqué con algo y caí de bruces al suelo.
O más bien alguien.
Alcé mis ojos y me encontré con un chico atlético de pelo rojizo, que me miraba desde arriba con las cejas arqueadas.
—¿Tú eres...? —preguntó, extendiéndome la mano para ayudarme a volver a parecer decente.
—Perdona... —Me expulsé el polvo de mis pantalones y añadí —Soy Nora, la...
Me quedé reflexionando un segundo antes de responderle a esa pregunta. ¿Podía decir que era su amiga? Por suerte, el chico sonrió y contestó antes de que mi mente se pusiera de acuerdo.
—¿Los amigos de Dallen?
Parpadeé un par de veces.
—¿Dallen te ha hablado de nosotros? —pregunté, sorprendida.
El chico amplió su sonrisa.
—Bueno, Dallen no es muy hablador, que digamos. Pero si nos avisó de que veníais a pasar unos días al piso.
—Eso tiene más sentido... —murmuré, desviando la mirada hacia la puerta. Empezaba a sentirme un poco incómoda con esa conversación y no sabía cómo terminarla y salir de allí.
